
A pesar de que Perry hace verdaderos esfuerzos por arruinar su película, adoptando todos los vicios posibles de una época fascinada con la técnica (ralentizados, efectos ópticos, lentes deformantes), su locuacidad visual no logra hundir el conjunto. El texto adaptado por su esposa, la guionista Eleanor Hamlisch, junto a la inmensa interpretación de Lancaster, logran mantener a flote "El nadador".
La película narra las vicisitudes de un hombre de poderosa fachada, que encierra en su interior material de derribo suficiente como para enterrar los sueños, recuerdos e ilusiones de toda una vida. El desesperado intento del nadador del título por encontrar justificación a sus actos, en un mundo que no comprende, empapa de cloro y de tristeza las facciones de Lancaster. "El nadador" es un film amargo que aspira a la alegoría, una obra con una vocación rupturista demasiado evidente y con unas ambiciones siempre subrayadas por la cámara, que deja traslucir bajo su banalidad formal una historia emotiva, triste y bella.