La película propone un juego de miradas cruzadas que invita a participar al espectador. La estructura fragmentada del guion funciona como un prisma al que se le van añadiendo caras sin una lógica narrativa concreta, más que la acumulación de palabras y de rostros representados en una misma Jane Birkin. Son escenas que mantienen un diálogo propositivo con el público y que tratan, en definitiva, sobre la identidad. En algunas de ellas se muestra el proceso de gestación de Kung-fu Master y en otras aparecen compañeros de viaje de la protagonista (Serge Gainsbourg) o actores invitados que interpretan conceptos (Laura Betti, Jean-Pierre Léaud). El resultado se aleja del biopic convencional y disfruta del ejercicio de la exploración consciente y plena, aligerando la carga intelectual con dosis de humor y cercanía.
Por todo ello, hay que celebrar Jane B. por Agnès V. como el encuentro de dos mujeres de gran personalidad que dejan en la pantalla la impronta de su carácter y su talento. Una exhibición de generosidad por parte de Jane Birkin que Agnès Varda multiplica de manera original, divertida y muy estimulante.