Susurros del corazón. “Mimi wo sumaseba” 1995, Yoshifumi Kondo

De haber sido filmada con actores de carne y hueso, “Sururros del corazón” sería considerada hoy un clásico, pero su carácter de película de animación japonesa la convierte en una rara joya para espectadores con pedigrí, una sorpresa que muchos aficionados conservan en su cofre secreto de películas que les cambiaron la vida durante varios minutos. Los motivos son obvios: la excelencia del dibujo y lo cautivador de una historia que sin apenas momentos altisonantes ni demasiado llamativos, consigue guardar un misterio detrás de cada una de sus imágenes. De nuevo la aventura de lo cotidiano y el paso del tiempo como tránsito hacia la madurez son las señas de identidad que Hayao Miyazaki imprime en el guión adaptando el cómic de Aoi Hîragi, mediante una trama que cuenta con la virtud de resultar emocionante sin recurrir a atajos ni a recursos fáciles. Se trata de cine de envergadura, cine importante y de madurez que no por ello ahuyentará a los espectadores más pequeños. Tal es el poder de hipnosis que el realizador Yoshifumi Kondo despliega en las escenas de “Susurros del corazón”, todo un tratado de humanismo y de sensibilidad que nunca llega a ser cursi, de emotividad sin exceso en lo sentimental. Los dibujos del film alcanzan la brillantez propia de los estudios Ghibli, con unos fondos y un tratamiento de las luces hiperrealista como contrapunto al habitual diseño de los personajes, sencillo y natural al mismo tiempo. La música, los efectos sonoros, el montaje y la planificación, la composición visual de todos los elementos de la película resulta fácil de alabar en unas cuantas palabras. Lo complicado es tratar de definir lo que sucede en la pantalla mientras transcurre la historia, el río subterráneo de impresiones, emociones y apuntes de la realidad en el que desemboca el film y donde cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad podrá reconocer sus propias experiencias. Así debe ser juzgado. Lo demás es palabrería, y “Susurros del corazón” sabe emplear las palabras justas para calladamente, casi en un susurro, elaborar un discurso que va directo a las entrañas del espectador.
A continuación, un breve recorrido por algunas de las películas que han hecho de los estudios Ghibli un referente no sólo de la animación internacional, sino del cine de calidad de los últimos treinta años.

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Lanza rota. "Broken lance" 1954, Edward Dmytryk

Western vigoroso e insólito que incide en el drama sobre cualquier otro aspecto, creando un interesante equilibrio entre lo épico y lo sentimental. Edward Dmytryk realiza un alarde de elegancia y explota todas las posibilidades del Cinemascope mediante una dirección que sabe cuándo ser sobria y cuándo ser enérgica, atendiendo a las exigencias de un guión bien ajustado que no interrumpe nunca la emoción y que deposita gran parte de su eficacia en el dibujo de los personajes. Ellos sostienen el drama y se ven perfectamente representados por el plantel que forman Spencer Tracy, Richard Widmark, Robert Wagner, Jean Peters y Kathy Jurado, entre otros. "Lanza rota" pone especial cuidado en el aspecto visual, gracias a la fotografía de Joe McDonald, y en el sonoro, pues la partitura de Leigh Harline multiplica el calado y la entidad de la historia. Dmytryk sabe conjugar todos estos elementos para elaborar una película ambiciosa en sus planteamientos y brillante en el resultado, un western importante emparentados con otros como "Duelo al sol" en cuanto a temática, pero que encuentra su propia identidad en su rara belleza y en su profundo dramatismo.

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