MEMORIES. "Memorîzu" 1995, Katsuhiro Ôtomo, Kōji Morimoto, Tensai Okamura

Tras hacer una primera incursión en el cine de acción real, Katsuhiro Ôtomo vuelve a la animación siete años después del éxito de Akira. Para ello elige tres historias cortas de ciencia ficción que él mismo había elaborado en cómic y que adapta y produce para la pantalla. Ôtomo dirige uno de los segmentos, mientras que los otros dos corren a cargo de Kōji Morimoto y Tensai Okamura, sendas figuras muy consolidadas hoy en el mundo del anime.

Por lo tanto, Memories es una película de episodios unidos por el género, de las que tanto proliferaron en los años ochenta y noventa del pasado siglo. La autoría del material de origen confiere unidad al conjunto, si bien el resultado se puede medir también por partes independientes. Ambas valoraciones son positivas. Lo primero que se aprecia es la ambición de una propuesta técnicamente perfecta y que deslumbra en el apartado artístico. En 1995, Ôtomo es ya el referente a nivel mundial de dos medios de expresión (el manga y el anime) y cuenta con todos los recursos disponibles a su alcance para desarrollar su particular universo visual y narrativo.

La película se abre con una de las historias más celebradas de Ôtomo: La rosa magnética. Este episodio realizado por Morimoto es un prodigio de imaginación que bebe del primer Alien, de Solaris y, sobre todo, de 2001 de Kubrick. Influencias que no aminoran la creatividad sino que la hacen volar muy alto, hasta límites donde la fantasía, el drama y el terror se funden en un núcleo compacto y sin aristas. Se trata del capítulo más largo de los tres y también el de mayor profundidad, con lo cual, la llegada de La bomba fétida supone cierto alivio. El fragmento dirigido por Okamura gana en ligereza y se adentra en la comedia, si bien contiene los característicos elementos de crítica social y de violencia que siempre están presentes en la obra de Ôtomo. El propio autor se encarga de cerrar la película con Carne de cañón, una distopía antimilitarista cuyo estilo se aparta de las convenciones de la animación japonesa. Con un trazo de dibujo más artesanal y una disposición en largos y complejos planos secuencia, esta tercera parte pone el broche de oro a uno de los films de ciencia ficción más brillantes de la década. Un compendio de las virtudes y las señas de identidad de Katsuhiro Ôtomo: dinamismo en el ritmo, atención en los detalles, un gran acabado formal y un espíritu contestatario teñido de pesimismo. Por todo ello, merece la pena acordarse de Memories.

LEER MÁS