El último metro. "Le dernier metro" 1980, François Truffaut

Hermosa película que consigue resultar emotiva sin recurrir a excesos ni aspavientos sentimentales. Con un estilo de realización invisible característico de sus últimos años, Truffaut centra todo el protagonismo en su estupendo reparto y en un guión modélico que logra extraer comedia de situaciones cargadas de dramatismo. El abuso de los primeros planos y de los planos medios confiere al conjunto un aire en ocasiones televisivo que consigue olvidarse gracias a la magnífica fotografía de Néstor Almendros. Los actores, entre los que se encuentran rostros conocidos del cine francés como Catherine Deneuve o Gérard Depardieu, desarrollan con eficacia sus personajes y se mueven con soltura dentro de una escenografía abigarrada, que no necesita hacer alardes para conseguir la atmósfera adecuada. Y es que nada desvía la atención de la narración, lo que convierte a "El último metro" en una de las grandes películas de su director. Una historia bella y emocionante que retrata una época difícil, la ocupación nazi en Francia, y que funciona sobre todo como un honesto homenaje al mundo del teatro.

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Lourdes. 2009, Jessica Hausner

Película insólita por su transgresión silenciosa y por su tranquila irreverencia, una rareza que admite pocas comparaciones. Acaso “Lourdes” pudiera ser vista como un híbrido entre Dreyer y Kaurismäki, reforzando el carácter nórdico que atraviesa la obra de estos dos cineastas y la película de Hausner. Lo original del planteamiento de “Lourdes” es el de representar un hecho excepcional, el milagro de una joven aquejada de apoplejía que recupera la movilidad, como si fuese cotidiano, mientras que se asiste al mismo tiempo a la rutina de un lugar y de sus ceremonias con la mirada enrarecida de quien sabe ver más allá de la superficie. Sin embargo, ninguna de estas dos actitudes aparece en la pantalla subrayada ni condicionada por valoraciones precipitadas, sino más bien al contrario, desde una asepsia que bien pudiera ser respeto, distanciamiento o ambas cosas a la vez. Porque Hausner toma partido precisamente no tomando ninguno, es decir, su llamativa frialdad obliga al espectador a formarse un juicio sobre lo que sucede en la pantalla, que en realidad es poco, pero de hondo calado. Ese es el riesgo y la apuesta que propone “Lourdes” con una valentía que el público debería apreciar, no sin pocas garantías de que así sea. Al igual que otros raros cineastas como Manoel de Oliveira, Jessica Hausner se erige en la figura de la dinamitera discreta y tranquila que elabora su discurso a base de silencios, permitiendo que su mirada se haga crítica en los ojos del espectador sin que él lo perciba. La directora austríaca realiza así una pequeña joya, una rara avis dentro la monótona cartelera actual.
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Perros de paja. "Straw dogs" 1971, Sam Peckinpah

Para su primera película situada en el presente, el cineasta Sam Peckinpah eligió la adaptación de una novela de Gordon M. Williams con producción británica que le dio justa fama en lo que al planteamiento de la violencia se refiere. Y es que Peckinpah empleó la base literaria como el catalizador de algunas de sus inquietudes como autor: los conflictos entre el individuo y una sociedad que le es hostil, el concepto de lo moral y de lo inmoral y, sobre todo, la inevitable pulsión violenta que sacude al ser humano como método de supervivencia y como reafirmación del yo más atávico y primario. De esta manera, el director norteamericano se esfuerza porque “Perros de paja” esté tan cuidada en el fondo como en la forma, a través de una fotografía envolvente, que retrata bien un tiempo y un lugar, y un montaje insistente, arriesgado, que obliga al espectador a distanciarse en determinados momento para hacerle tomar partido e invitarle a la reflexión. El recurso de la música resulta también particularmente interesante, pues remarca la parsimonia desconcertante del protagonista, interpretado con entrega por Dustin Hoffman, al mismo tiempo que destaca su situación de desubicación dentro del relato, de estar fuera de lugar. “Perros de paja” es por lo tanto un cuento moral, una ácida y brutal recreación de las antiguas fábulas en las que unos protagonistas inocentes se ven acechados por enemigos hostiles que les obligarán a reaccionar para salir ilesos. Todo ello con el sello característico de los años setenta, cuando el cine era capaz de conjugar como nunca las nociones de espectáculo y de reflexión mediante obras arriesgadas, valientes y abiertas al debate, entre las cuales “Perros de paja” es un icono incuestionable.



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