Perros de paja. "Straw dogs" 1971, Sam Peckinpah

Para su primera película situada en el presente, el cineasta Sam Peckinpah eligió la adaptación de una novela de Gordon M. Williams con producción británica que le dio justa fama en lo que al planteamiento de la violencia se refiere. Y es que Peckinpah empleó la base literaria como el catalizador de algunas de sus inquietudes como autor: los conflictos entre el individuo y una sociedad que le es hostil, el concepto de lo moral y de lo inmoral y, sobre todo, la inevitable pulsión violenta que sacude al ser humano como método de supervivencia y como reafirmación del yo más atávico y primario. De esta manera, el director norteamericano se esfuerza porque “Perros de paja” esté tan cuidada en el fondo como en la forma, a través de una fotografía envolvente, que retrata bien un tiempo y un lugar, y un montaje insistente, arriesgado, que obliga al espectador a distanciarse en determinados momento para hacerle tomar partido e invitarle a la reflexión. El recurso de la música resulta también particularmente interesante, pues remarca la parsimonia desconcertante del protagonista, interpretado con entrega por Dustin Hoffman, al mismo tiempo que destaca su situación de desubicación dentro del relato, de estar fuera de lugar. “Perros de paja” es por lo tanto un cuento moral, una ácida y brutal recreación de las antiguas fábulas en las que unos protagonistas inocentes se ven acechados por enemigos hostiles que les obligarán a reaccionar para salir ilesos. Todo ello con el sello característico de los años setenta, cuando el cine era capaz de conjugar como nunca las nociones de espectáculo y de reflexión mediante obras arriesgadas, valientes y abiertas al debate, entre las cuales “Perros de paja” es un icono incuestionable.