I´m still here. 2010, Casey Affleck

El actor Casey Affleck debuta en la dirección con un ejercicio arriesgado e irreverente sobre el estrellato y las consecuencias del reconocimiento dentro del mundo del espectáculo. “I´m still here” indaga en estas cuestiones empleando el recurso del falso documental, con una cámara inquieta y entrometida que recoge las imposturas de un Joaquin Phoenix interpretando la versión más caricaturesca de sí mismo. El problema de semejante propuesta es que la forma termina devorando el contenido, y la interesante y necesaria reflexión sobre el artista que la película apunta queda diluida bajo los efectos de su propia trampa, de su intención de dar gato por liebre. El discurso del film suena con sordina a falta de concreción, apagado por una narración irregular en la que se alternan momentos de lucidez con otros que caen, demasiado a menudo, en la reiteración, poniendo a prueba la paciencia del espectador alejado ya de la vocación rupturista de Affleck. El conjunto aparece por lo tanto lleno de altibajos, evidenciando la falta de un guión sólido al que aferrarse y el exceso de confianza en la frescura y en la arrogancia de la idea de partida. Una idea loable pero desarrollada con torpeza convierte a “I´m still here” en el ejemplo de lo que un aparente estilo descuidado puede terminar ofreciendo: una película descuidada.
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La calle de la vergüenza. "Akasen chitai" 1956, Kenji Mizoguchi

El mismo año de su muerte, Kenji Mizoguchi rueda "La calle de la vergüenza", una película considerada pequeña dentro de su filmografía pero que contiene las señas de identidad de su autor: la fijación por los personajes femeninos, retratados con una sensibilidad que evita cualquier atisbo de maniqueísmo o condescendencia, el tema de la prostitución, erigido aquí como argumento mismo, y la preocupación por la realidad social e histórica en la cual se enmarca el relato. En esta ocasión, Mizoguchi narra el cotidiano devenir de las mujeres que trabajan en uno de los numerosos burdeles del barrio rojo de Tokio, en la época contemporánea al film. El maestro japonés esquiva cualquier tentación al tremendismo y no escarba en los aspectos más turbios de la situación, sino que sitúa su cámara frente a los personajes con atención y respeto limitándose a capturar realidades, una por cada mujer que vende su cuerpo, para dejar que sea el espectador el que juzgue y tome sus consideraciones. El ejemplar dominio de la puesta en escena de Mizoguchi queda patente en cada imagen de la película, a través de su característico estilo elegante y depurado de una escena/un plano. "La calle de la vergüenza" es un drama que trata de arrojar luz sobre un tema, el de la prostitución, cuyas sombras y contradicciones continúan proyectándose todavía hoy. El broche sencillo y perfecto a la carrera de un cineasta imprescindible, un autor que junto a Ozu y Kurosawa llevó el cine japonés a su época dorada.

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La ciencia del sueño. "The science of sleep" 2006, Michel Gondry

Alguien ha definido esta película como un elogio de la inmadurez, expresión ajustada como ninguna. Michel Gondry continúa viajando por los pliegues del subconsciente y de los sueños para regalarnos, de paso, una comedia romántica que se aparta premeditadamente de cualquier convención. De alguna forma recoge el espíritu de "Olvídate de mí" y trata de recrear los ecos de aquella gran obra, pero el guión de "La ciencia del sueño" carece de su redondez y, al final, los trucos visuales de Gondry terminan primando sobre los argumentales. Aún así la película supone un gozoso canto a la imaginación, y el sello personal de su autor justifica que la película pueda verse más que con interés, con fascinación. Bien rodada y bien interpretada por Gael García Bernal y Charlotte Gainsbourg, tan sólo se puede lamentar una falta de concreción narrativa y, sobre todo, un clímax más cerrado, un desenlace de mayor contundencia. Todo lo demás son aciertos en una película que admite los calificativos de lírica y surreal sin resultar forzados ni altisonantes, sino de una forma natural. Ahí reside su mérito.
A continuación, “La lettre”, el cortometraje que Michel Gondry realizó en 1998 y en el que pueden apreciarse algunas de sus señas de identidad: la inevitable fijación por las escenas oníricas, el artesanal modo que tiene de desarrollar los efectos especiales, más cercano a Méliès y a Bradbury que a cualquier programa informático, y ese deje nostálgico tan característico por la infancia perdida. Una pequeña joya que rebatirá los argumentos de sus detractores, aquellos que acusan a Gondry de pertenecer al club de los modernos profesionales y de vender humo envuelto en celofán de colores. A ellos va dedicado.
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¡Venga alegría! "Why worry?" 1923, Fred C. Newmeyer, Sam Taylor

Una de las numerosas comedias que Harold Lloyd rodó bajo la producción de su descubridor y mentor, Hal Roach, y que tantos buenos resultados les reportaron a ambos. "¡Venga alegría!" parte, como suele ser habitual, de un argumento muy sencillo que se va desarrollando mediante una sucesión de gags en los que Lloyd tiene la oportunidad de lucir su talento para el slapstick. Su característico personaje de despistado fuera de lugar encuentra en el marco de una improbable revolución sudamericana el escenario perfecto para el desastre, al tiempo que se ve rodeado de una peculiar galería de personajes secundarios que hacen de "¡Venga alegría!" un entretenimiento asegurado. Los dos directores, Fred C. Newmeyer y Sam Taylor, como en otras películas de esta época, saben imprimir el ritmo necesario y adecuar el tono a cada escena para que la narración fluya constante y alcance su objetivo principal: completar una hora de pura comedia.
   
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