De óxido y hueso. "De rouille et d'os" 2012, Jacques Audiard

Jacques Audiard se sumerge en las sombras de la novela de Craig Davidson "De óxido y hueso", para extraer de sus profundidades un drama áspero e intenso, que tiene en la contención su máxima virtud. El cineasta francés logra domesticar los excesos de una trama siempre al borde de la catarsis, recurriendo a la prudencia para provocar emoción. Porque esta es una historia de emociones contenidas que están a punto de desbordarse en cada escena.
La película retrata a dos almas atormentadas que se encuentran en plena inflexión, dos personajes aparentemente opuestos que aprenderán a necesitarse a lo largo del relato. Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts ponen cara al desarraigo que muestra el film, más cercano al ejercicio psicológico que al exhibicionismo sentimental.
Audiard acierta en el tono despojado de énfasis y en las imágenes crudas. Aunque no por ello se eluden los recursos simbólicos ni cierto lirismo formal, recibidos por el público como un balón de oxígeno en medio de tanta desazón. El empleo puntual de la luz y de las sombras, el intercambio de los puntos de vista, la banda sonora de Alexandre Desplat... son elementos que se suman a la retórica de la violencia física y mental, expuesta con mesura por el director. Y es precisamente en este extrañamiento, en esta capacidad para la turbación donde Audiard hace volar a la película. Por eso resulta desconcertante la complacencia con la concluye el guión. No se trata de despreciar los finales felices, sino de dotarlos de coherencia. Tal vez un desenlace menos precipitado hubiese redondeado el conjunto de una película valiente y hermosa, capaz de incomodar al espectador con su honestidad.