Envuelto en la sombra. "The dark corner" 1946, Henry Hathaway

A pesar de que Henry Hathaway no figura en ninguna lista de los grandes directores de Hollywood, fue uno de esos cineastas considerados artesanos que contribuyó al engrandecimiento de la industria en sus años dorados. Nunca alcanzó la categoría de Raoul Walsh, Anthony Mann o Howard Hawks, pero tuvo el talento suficiente como para realizar obras importantes en casi todos los géneros. Envuelto en la sombra es el ejemplo que ilustra sus virtudes dentro del film noir.
Narrada con fluidez y contundencia visual, la película es el perfecto manual del cine negro. El guión contiene muchas claves conocidas: el detective privado de pasado turbio, el matón, los confidentes, el antagonista poderoso, la ambición, el engaño... todo representado a través de una estética basada en el contraste entre luz y oscuridad. Ni el título original en inglés ni su interpretación al español dejan lugar a dudas, se trata de un depurado ejercicio de estilo en el que Hathaway materializa el rico imaginario del género. Envuelto en la sombra es además una demostración de la versatilidad y el ingenio de Joseph MacDonald, cuya fotografía saca el máximo provecho de ventanas, lámparas, farolas y demás fuentes de luz para construir la atmósfera que requiere el relato.
Hathaway pone especial interés en el envoltorio del film, probablemente a sabiendas de que carece de un gran contenido. La historia que cuenta no depara sorpresas ni emociones de infarto, y salvo algún destello puntual (la muerte del personaje de Jardine), el conjunto está siempre al borde de lo anodino. Los actores tampoco aportan suficiente personalidad. En ocasiones se tiene la sensación de estar presenciando una película de serie B, hecha con una factura de clase A. Sin embargo, Envuelto en la sombra resulta especial. Pese a sus imperfecciones, o tal vez a causa de ellas, consigue transmitir un magnetismo que sobrepasa el argumento. Está en las imágenes del film, en la forma en la que se retratan las calles, los bares, las salas de fiesta, los rellanos de las escaleras... y en la galería de rostros de quienes los pueblan. El cine negro buscaba por aquel entonces un mayor verismo, un reflejo más fiel de los escenarios que se consumaría apenas dos años después en La ciudad desnuda de Jules Dassin. Es en esta mezcla de crudeza documental y estilización noir donde películas como Envuelto en la sombra alcanzan la cumbre, más allá de las comprobadas capacidades narrativas de Henry Hathaway.
En definitiva, se trata de una joya para los amantes del cine negro repleta de diálogos afilados y arquetipos. No llega a ser una obra fundamental, pero sin duda merece la pena recuperar esta película por su iconografía y su capacidad de teñir la pantalla con la más bella y concisa de las tonalidades negras.