El confidente. "The friends of Eddie Coyle" 1973, Peter Yates

Peter Yates es conocido sobre todo por sus películas de género negro y policíaco, entre las que destacan El gran robo, Bullit y Un diamante al rojo vivo. Títulos muy enclavados en su tiempo y que demuestran la capacidad del director británico para filmar escenas de acción y tejer tramas de cierta complejidad dramática. A principios de los años setenta vive su más fructífero periodo, cuando decide adaptar la novela de George V. Higgins Los amigos de Eddie Coyle. En contra de lo que pueda parecer al primer vistazo, El confidente no es uno más de los tantos thrillers de robos que se filmaron en aquella época, en realidad, contiene suficientes diferencias como para ser considerado una excepción, casi una rareza dentro del género.
Para empezar, El confidente exhibe una austeridad impropia del thriller norteamericano, tanto en lo narrativo como en lo formal. Yates se acerca mucho más al polar francés, con referencias al cine de Melville y Bresson en cuanto a la economía de recursos expresivos y a la frialdad del tono. Los personajes cuentan con la información justa para que el espectador no sienta empatía por ellos, negando cualquier posible identificación. El punto de vista es, por lo tanto, siempre objetivo. Éstas parecen ser las pautas seguidas por el director británico a la hora de contar una historia en la que se establece una línea muy fina que separa ambos lados de la ley. Policías, delincuentes y, en medio, el confidente que da título al film, interpretado por un veterano Robert Mitchum. El actor representa con su imponente físico el desgaste de una generación que da paso a otra nueva, una camada que cambia las pistolas por las metralletas y los códigos de honor por el dinero fácil. En torno a Mitchum se congregan Peter Boyle, Richard Jordan y otros intérpretes poco conocidos pero igualmente eficaces.
Uno de los aspectos más destacables del film es su verosimilitud, a veces rayana en el documental. Bien sea a través de la fotografía, capaz de atrapar la luz grisácea del invierno bostoniano, o de los decorados, carentes de toda estilización, El confidente es escrupulosa a la hora de retratar acciones como los robos o diálogos en parques, cafeterías, aparcamientos... Tal vez ahí resida también su punto débil. Yates abusa de las conversaciones para hacer avanzar el relato, dejando de lado las escenas más dinámicas, como si buscase el prestigio de convertirse en autor mediante el verbo, en vez de la carne. El resultado es una película original y con algunos momentos fascinantes, pero que se antoja demasiado gélida en su conjunto. Hasta el punto de que el primer acto se vuelve confuso debido a la morosidad del guionista y productor Paul Monash, tan sintético que cuesta identificar el rol de cada personaje y sus motivaciones. Es verdad que El confidente va creciendo según avanza, hasta desembocar en un desenlace de intensidad controlada, pero surge la duda al imaginar qué clase de película hubiese sido en otras manos. No obstante, merece ser tenida en cuenta por su voluntad de alejarse de las convenciones y por la atmósfera cenicienta que transmiten sus imágenes.
A continuación, un extracto de la banda sonora compuesta por Dave Grusin e ilustrada con escenas del film. El músico traslada a la pantalla el espíritu de los setenta con sonoridades del funk y el free jazz. Relájense y disfruten: