Cómo ser John Malkovich. "Being John Malkovich" 1999, Spike Jonze

Cuesta creer que un director primerizo fuese capaz de convencer a un gran estudio como Universal de llevar a cabo Cómo ser John Malkovich. Y eso que Spike Jonze no era el único debutante en este proyecto, ya que Charlie Kaufman también se estrenaba como guionista de cine después de haber escrito durante años para la televisión. O tal vez fue la inexperiencia y la capacidad de riesgo de estos dos novatos lo que permitió que semejante propuesta saliese adelante, algo que trasciende la hazaña para alcanzar la categoría del milagro.
Jonze traslada la libertad creativa que adquirió realizando videoclips y cortometrajes a una producción cinematográfica con generoso presupuesto y actores reconocidos. A primera vista, todo parece fruto de un chispazo de ingenio, de una ocurrencia. Pero vista en detalle, la película es una lúcida reflexión sobre la condición humana y el juego de representaciones que dicta el comportamiento predominante. La sinopsis es puro surrealismo: un titiritero en crisis descubre la entrada oculta que da acceso a la mente del actor John Malkovich. Este no es el principal suceso, sino la vía que le permitirá transformar su vida y alcanzar los anhelos que hasta entonces le han sido negados. A su alrededor hay una esposa infeliz, un jefe lascivo, una compañera inalcanzable y una excéntrica galería de personajes que proyectan, cada uno a su manera, las frustraciones del protagonista.
Con estas características, Cómo ser John Malkovich podría incluirse dentro del amplio saco de las películas de autor-cine de culto-obras con mensaje. Hubo otros directores que recorrieron ese camino iniciático durante aquella misma época: Christopher Nolan en Memento o David Fincher en El club de la lucha. Eran fábulas oscuras que inventariaban las incertidumbres del final de siglo, y a las que Jonze incorpora el humor negrísimo propio de Kaufman y un mayor recorrido fantástico. Los espectadores desprevenidos corren el riesgo de quedarse sólo en la superficie y juzgar el resultado como una extravagancia, pero en realidad se trata de una obra contundente en su concepción y en su acabado.
La dirección de Jonze es inspirada e impecable, y consigue que las dificultades del guión parezcan fáciles (sirva como ejemplo el sorprendente flashback del chimpancé). Pero el autor no está solo, sabe rodearse de artistas que refuerzan sus virtudes como Carter Burwell y Lance Acord, quienes a través de la música y la fotografía construyen la atmósfera irreal y melancólica que envuelve el film. Ambos volverán a colaborar con el director en siguientes largometrajes, ayudándole a conformar su estilo. Mención aparte merecen los actores, un nutrido elenco poblado por John Cusack, Cameron Diaz, Chaterine Keener y el propio Jonn Malkovich, entre otros. Este último interpreta una divertida caricatura de sí mismo, en un acto de valentía del que participan sus compañeros.
En resumen, Cómo ser John Malkovich es una de las más estimulantes operas primas filmadas en las últimas décadas, la puesta de largo en común de un director inclasificable y de un guionista único. Hoy por hoy, Spike Jonze y Charlie Kaufman continúan activando bombas de profundidad desde el interior del sistema de Hollywood, y creando obras fascinantes que interpelan al espectador a ejercitar la imaginación y el cerebro. Sin duda, el mejor antídoto contra la conformidad que invade la mayoría de las salas de cine.
A continuación, uno de los temas que integran la banda sonora compuesta por Carter Burwell y que condensa el estilo característico del autor: instrumentos de cuerda que aportan solemnidad y sentimiento, economía de recursos expresivos y crescendo dramático. Relájense y disfruten: