El proyecto de la bruja de Blair. "The Blair witch project" 1999, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez

Cada nueva época surge como una respuesta a la anterior. Un buen ejemplo fueron los años noventa, que en el ámbito cultural contrapusieron el hedonismo y la hipertecnificación de la década de los ochenta con una mayor autenticidad y crudeza, lo que en términos musicales se tradujo en la eclosión del estilo grunge y del fenómeno unplugged. El cine también se vio arrastrado por estas corrientes, mediante la pujanza del cine independiente y la hibridación de géneros y formatos. El paradigma es El proyecto de la bruja de Blair, una película de ficción que simula ser un documental y que ha pasado a la historia por ser una de las producciones más rentables jamás filmadas.
Aunque la idea nació como ejercicio de prácticas en una escuela de cine, los jóvenes debutantes Daniel Myrick y Eduardo Sánchez consiguieron estrenar su película en salas de todo el mundo gracias a su determinación y a una estrategia promocional que aprovechaba las nuevas posibilidades que ofrecía internet. Las cifras siguen llamando la atención todavía hoy: ocho días de rodaje, tres actores que ejercían también como técnicos, veintidós mil quinientos dólares de presupuesto... en definitiva, un film amateur que obtuvo un éxito descomunal recurriendo a cuestiones muy básicas.
Para empezar, la gran inteligencia de convertir la austeridad en el motivo del argumento, que a estas alturas es de sobra conocido: tres estudiantes de cine se adentran en un bosque para rodar un documental sobre una antigua leyenda local que incluye asesinatos, desapariciones y la figura de una bruja que aún despierta suspicacias entre los vecinos del lugar. El material filmado con una cámara de 16 mm. y una videocámara es encontrado un año después de la extraña desaparición de los tres chicos, inaugurando la técnica del found footage dentro del género de terror. Por lo tanto, la carencia de calidad de la imagen y el sonido es lo que confiere realismo a El proyecto de la bruja de Blair y lo que da sentido al conjunto.
Otro acierto por parte de Myrick y Sánchez es haber empleado los recursos tradicionales del cuento clásico: la malvada bruja, el bosque lúgubre, la casa enigmática... y sobre todo, la oscuridad como elemento que siempre ha suscitado el miedo y como escenario de todo lo posible y lo imposible. Lejos de la sanguinolencia y de los derroches violentos que saturan el género, El proyecto de la bruja de Blair infunde un terror que se adentra en lo psicológico y que juega en todo momento con las expectativas del público. Una vez más, se demuestra que lo que sucede en la imaginación del espectador tiene mayor fuerza que lo que se revela en la pantalla, por eso no hay mayor efecto especial que la imaginación estimulada con los resortes adecuados.
Bien es verdad que el guión a partir del segundo acto tiende a la reiteración (por otro lado, una de las herramientas narrativas habituales para suscitar temor) y que el desenlace puede defraudar a una parte de la audiencia, pero nadie puede negar a El proyecto de la bruja de Blair el haber abierto camino a un buen número de películas como Rec, Paranormal activity, The tunnelLa cueva... En definitiva, se trata de una de las operas primas más llamativas de los noventa, que puede ser contemplada como revitalizadora del género, como experimento cinematográfico y como ingenio de marketing.