Suburbicon. 2017, George Clooney

Una de las dificultades que entraña la realización de cualquier película es encontrar la coherencia entre el argumento y el tono de la narración, entre lo que se cuenta y cómo se cuenta. Por eso la atmósfera que transmite un film es determinante a la hora de medir el resultado, es lo que otorga credibilidad a ojos del espectador. Da igual que se trate de ciencia ficción, terror o comedia... cualquier película se vuelve veraz si consigue encontrar la medida justa del relato y transmitir la emoción adecuada. El cementerio de las buenas ideas está repleto de películas que incurrieron en el exceso y en el defecto de sus propuestas, de ahí que los grandes cineastas tengan en la mirada una balanza con la que mantener el equilibrio de la ficción.
Pero además hay películas cuyo tono viene definido desde el guión, y el reto que deben asumir es el de trasladar el espíritu de la letra a la pantalla. Es el caso de Suburbicon, largometraje de George Clooney quien, después de haber protagonizado cuatro títulos de los hermanos Coen, esta vez se encarga de dirigir un texto firmado por los dos genios de Minnesota. Al contrario de otros guiones de los Coen que no fueron también dirigidos por ellos (Invencible, El puente de los espías), Suburbicon sí contiene las señas de identidad de sus autores, es más, estas señas aparecen magnificadas hasta rozar el esperpento. No en vano, la película es producto de la camaradería establecida durante los últimos años entre Clooney, los Coen y actores como Matt Damon y Oscar Isaac. Magníficos intérpretes a los que se suma entre otros Julianne Moore, soberbia como siempre, completando una galería de personajes excesivos que, no obstante, resultan creíbles gracias al sentido de la medida que exhibe todo el reparto.
Al igual que otras creaciones de los Coen como Sangre fácil, Fargo o El hombre que nunca estuvo allí, Suburbicon narra las insospechadas consecuencias de un crimen que en principio parecía perfecto, en una mezcla que aúna la sátira social y el género negro. La película comienza presentando el lugar donde sucede la acción, la idílica población de Suburbicon, diseñada como un paraíso para la clase media blanca que propugna los valores del american way of life. La paz de esta aparente Arcadia se ve alterada cuando una familia negra se traslada a vivir al vecindario, lo que sirve como detonante para que aflore la miseria moral de una nación que todavía no había asumido la lucha en favor de los derechos civiles. El contexto social en el que se enmarca el film encubre el drama personal de una pareja de cuñados que recurre al asesinato para afianzar su relación, hasta el punto de que ambos acontecimientos se mezclan en el mismo clima de tensión y violencia.
Los Coen conducen el guión tomando todas las curvas posibles y evitando los atajos, hasta alcanzar el desenlace que parece encaminado a un callejón si salida. Al final, cuando la historia está a punto de estrellarse, Suburbicon hace visible su elaboradísima coherencia interna gracias al temple de Clooney como director y a los rasgos de estilo que adopta. Por ejemplo, el de condimentar cada escena con la música de Alexandre Desplat, evocando los sonidos del cine de los años cincuenta y la entrañable artificiosidad que caracterizaba muchas de sus producciones. A continuación, una de las composiciones incluidas en la banda sonora que, como lo demás elementos de la película, tiene el sabor de los caramelos envenenados y la suavidad de un puñetazo. Que la disfruten: