En la playa de Chesil. "On Chesil beach" 2017, Dominic Cooke

Primer trabajo de Dominic Cooke para la gran pantalla, tras haber adquirido experiencia en teatro y televisión adaptando textos de Shakespeare. El cambio de formato también incide en el contenido, que sigue siendo de origen literario, pero en esta ocasión Cooke parte de una novela contemporánea de Ian McEwan. El propio escritor ajusta Chesil Beach para darle forma cinematográfica sin introducir apenas cambios significativos, no en vano, el estilo narrativo de McEwan es bastante dinámico, con abundantes diálogos y una concisión que se asemeja a la del lenguaje audiovisual.
Sin embargo, En la playa de Chesil plantea algunas dificultades como la escasez de escenarios y personajes, cuyos dramas interiores se expresan de manera íntima, mediante recuerdos y en una larga conversación final en la que se concentra el clímax de la historia. La acción se sitúa en la Inglaterra de principios de los años sesenta, y tiene como protagonistas a Edward y Florence, dos jóvenes recién casados que están a punto de enfrentarse a una tragedia doméstica. Como no puede ser de otro modo, los actores son fundamentales para hacer creíble la historia y conectar sus sentimientos con los del público, algo que vuelve a conseguir la siempre eficaz Saoirse Ronan. Es admirable la trayectoria de esta actriz a pesar de su corta edad, y la capacidad que posee de hacer suyo cualquier personaje, incluido el de Florence, cuyos traumas permanecen ocultos durante gran parte del metraje. Su compañero Billy Howle hace esfuerzos por situarse a la altura de Ronan, un reto casi imposible que él trata de solventar con más inspiración que técnica. A veces consigue estar a la altura, lo que no es poco.
El director británico imprime el ritmo adecuado a la historia mediante flashbacks y escenas cortas en su mayoría, que hacen que la película avance de manera precisa y comedida, hasta la llegada del desenlace. Aquí es donde En la playa de Chesil muestra síntomas de flaqueza y se deja llevar por el ternurismo, una debilidad que por suerte no perjudica al conjunto, aunque sí afecta en concreto al final de la película. Esta es apenas la única libertad que se toma Cooke (y McEwan como guionista) sobre el libro, en todo lo demás la versión cinematográfica es respetuosa y traslada fielmente el espíritu del original a la pantalla.
A continuación, uno de los temas compuestos por Dan Jones que integran la banda sonora. Una partitura llena de sonidos de cuerda que evocan el interior de los personajes y sus circunstancias, siempre al compás que requiere cada escena. Relájense y disfruten: