EL REGRESO DE LA MOSCA. "Return of the Fly" 1959, Edward Bernds

El éxito obtenido por La mosca en 1958 provocó el estreno, apenas un año después, de una continuación menos ambiciosa e imaginativa, como se demuestra ya desde el título: El regreso de la mosca. Un film de serie B distribuido por 20th Century Fox, que en la primera parte asumía también la producción ahora delegada en el estudio independiente Associated Producers, lo cual rebaja las exigencias no solo presupuestarias sino creativas. Al igual que en tantas ocasiones, se trata de repescar al público de la película precedente empleando la misma fórmula y ajustando el dinero.

Esta vez la dirección recae en Edward Bernds, artesano discreto al frente de un equipo de profesionales que trabajan sin veleidades artísticas y a servicio de obra. El guion escrito por el propio Bernds retoma la historia original transcurridos quince años donde esta terminó: el hijo del científico protagonista ha crecido y, ante el fallecimiento de la madre, por fin se siente libre para continuar las investigaciones llevadas a cabo por el padre que derivaron en su mutación en hombre-mosca y en su posterior destrucción. Como cabe esperar, el experimento vuelve salir mal y las consecuencias se repiten con la diferencia de que desaparecen los contrapesos románticos que daban profundidad a la película anterior. El regreso de la mosca prescinde de conflictos internos e incorpora elementos del noir (la trama de espionaje) expresados mediante la fotografía que, en este caso, es en blanco y negro.

Son varios los cambios y ninguno redunda en mejora. Por suerte, hay algo que permanece y es la presencia en el reparto del siempre estimulante Vincent Price. Frente a él hay un actor principal de aire atormentado, Brett Halsey, y otros nombres que dan vida a un grupo de personajes arquetípicos, entre los que figura la inevitable joven cuya función es adornar las imágenes y gritar cuando corresponde. En suma, El regreso de la mosca no aporta gran cosa a su ilustre antecesora más que un rato de entretenimiento poco exigente, varias escenas de humor involuntario... y una ración extra del señor Price, que nunca viene mal.