Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio. "The adventures of Tintin: Secret of the Unicorn" 2011, Steven Spielberg

Después de cuatro décadas haciendo películas, Steven Spielberg ha conseguido no solo convertir su nombre en una marca comercial, sino también en un referente para varias generaciones de cinéfilos y cineastas. Por eso resulta curioso que el conocido como Rey Midas de Hollywood acometa ahora la realización de su primera película de animación, y lo haga nada menos que adaptando el personaje de Tintín, todo un icono del mundo del cómic. El resultado, inevitablemente, defraudará a algunos seguidores de la serie y satisfará a otros, según su grado de compromiso y exigencia con la fuente original.
Spielberg siente fascinación por el personaje creado por Hergé y trata de fagocitarlo, es evidente desde el mismo comienzo del film, para llevarlo hasta su propio terreno, esto es, el cine de aventuras. Para ello recupera la tradición de una de sus grandes criaturas, Indiana Jones, animal cinematográfico al que le dio la puntilla en la cuarta entrega de la serie y que ha supuesto, hasta la fecha, la peor película en la carrera del director. De alguna manera, "Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio" es la película de Indiana Jones que Spielberg no hizo tres años atrás, por lo que tiene algo de ajuste de cuentas y de recuperar la oportunidad perdida.
Acción, emoción y humor se conjugan para ofrecer un espectáculo apabullante al que algunos tintinófilos podrán acusar, con razón, de pirotécnico y aparatoso. Sin embargo, para el público que busque abandonarse en la butaca no cabe más que el disfrute puro y sencillo, el placer infantil de reencontrase con un autor que recupera aquí antiguos bríos y exhibe otros nuevos, más tecnológicos, en relación al desarrollo de las imágenes en tres dimensiones y sus posibilidades narrativas.
Los personajes están bien construidos, el diseño visual ha sido cuidado hasta el detalle y John Williams demuestra por qué está considerado una leyenda viva en la música de cine. La partitura, contundente y llena de colores, funciona con la misma sofisticación que las imágenes a las que acompaña. El ritmo de la película es frenético y no se demora en escenas que no sean esenciales para la historia, si acaso existe cierto regodeo y exceso en algunos movimientos de cámara que, a veces, pecan de gratuitos y arbitrarios, como queriendo potenciar el dinamismo de una imágenes que cuentan con atractivos suficientes para llamar la atención del espectador, sin necesidad de mayor artificiosidad. No obstante, el resultado del film es tan satisfactorio como la voluntad del público para querer disfrutarlo. Semejante obviedad cobra sentido en manos de Spielberg y convierte a "Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio" en una exhibición de talento en bruto, en el truco perfecto de un prestidigitador cuya chistera parece no tener fondo.
 A continuación, un breve recorrido por la cinematografía de Steven Spielberg con motivo del reconocimiento a su trayectoria en el año 2009, cuando le fue otorgado el premio Cecil B. DeMille.