Contagio. "Contagion" 2011, Steven Soderbergh

Desde el principio, Hollywood ha buscado toda clase de antagonistas con los que condimentar sus tramas, empleando la coartada argumental de sus propios conflictos bélicos y el ajuste de cuentas con su historia más o menos reciente. De esta manera, la industria del cine ha ido añadiendo a lo largo de los años nuevas razas, credos y colores a su amplia caterva de enemigos: desde los combatientes japoneses hasta los extremistas islámicos, pasando por nazis, norvietnamitas o los malvados bloques del este. Agotado el perímetro territorial, nada mejor que recurrir a otros planetas, inmiscuyendo a los extraterrestres en la nómina de pérfidos perturbadores de la paz mundial. Sin embargo, la película "Contagio" de Steven Soderbergh demuestra que no hay amenaza más letal que la invisible ni arma más poderosa que el miedo.
El planteamiento del film produce pavor, por lo cercano y reconocible: un virus desconocido esquilma a la población mundial propagándose rápidamente, sin distinciones de clase ni condición. El hecho de que la primera afectada lleve el rostro de la nívea Gwyneth Paltrow dice mucho de las intenciones de la película: nadie está a salvo, todos son víctimas potenciales. Durante los cien minutos siguientes el espectador asistirá a la carrera contra reloj de las autoridades sanitarias y políticas por frenar la epidemia, y ahí es donde Soderbergh deja patente su sagacidad como narrador y como constructor de relatos corales. Recurriendo a la estructura episódica que tan buenos resultados le diera en "Traffic", el director elabora una trama fragmentada en multitud de personajes y escenarios, manteniendo en todo momento la perspectiva y sin diluir la importancia de cada pieza del puzzle. Tan solo el personaje interpretado por Marion Cotillard padece cierta morosidad en su desarrollo, quedando desdibujado a falta de un par de escenas que terminen de explicarlo. El resto del largo elenco de nombres conocidos ayuda a completar el retrato de conjunto de una devastación que se refleja en la pantalla con el tono adecuado para resultar verosímil, sin caer en esquematismos fáciles ni en las simplificaciones a las que este tipo de producciones se suelen ver abocadas. Soderbergh dosifica con inteligencia los elementos de tensión y de drama, haciendo que su trabajo resulte lo suficientemente frío como para aportar veracidad a la historia y cierto poso de crónica, de estudio sobre la condición humana enfrentada a situaciones límite que funciona, a la vez, como aviso ante futuros desmanes biológicos y económicos. El negocio que las grandes compañías hacen de esta unión y sus efectos frente a los posibles clientes, léase contagiados, queda patente en la película, al igual que la revolución en los medios de comunicación y el uso de la información como arma de reacción. "Contagio" es, en definitiva, un eficaz espectáculo sobre el horror y la debilidad, un ejemplo de que Steven Soderbergh, cuando se lo propone, puede acceder al gran público sin pagar peajes a cambio.