En la casa. "Dans la maison" 2012, François Ozon

François Ozon desarrolla las piruetas narrativas y los juegos formales practicados en películas como "Swimming pool" o "5x2" y los dota de sofisticación en "En la casa". Es el más difícil todavía de un director que asume el reto de trasladar a la pantalla "El chico de la última fila", la obra de teatro de Juan Mayorga. El resultado es un ejercicio de virtuosismo deslumbrante, una exhibición de cómo hacer crítica social por medio de la sátira de costumbres.
Ozon desmonta los vicios y las virtudes de la clase media en forma de trampantojo cinematográfico, torciendo y retorciendo el argumento de un profesor que trata de resolver sus frustraciones como escritor enseñando literatura a un joven que tiene el don de la observación. El despliegue de personajes y su funcionalidad dentro de la trama, los conflictos y las situaciones que se plantean son mucho más que herramientas para la narración, son la narración misma. Estos hallazgos, que ya se encontraban en el texto dramático, son dinamizados por Ozon a través de una puesta en escena cargada de nervio y energía, que aprovecha todos los recursos fílmicos del flashback, el montaje en paralelo, la recreación onírica, la voz en off... en definitiva, los trucos que harán disfrutar no sólo a los narradores en ciernes, sino a cualquier espectador con ganas de entrar en el juego que propone "En la casa".
Todos los actores del reparto están soberbios y dan con el tono justo de comedia ma non troppo, amplificando la ambigüedad de sus personajes y el equívoco entre realidad y ficción. Sus interpretaciones conducen el relato hasta el final y permiten que los riesgos del desenlace sean superados con comodidad, sin socavar las grietas que a veces parecen abrirse en la película. De esta manera, "En la casa" termina manifestándose como lo que es: un apabullante ejercicio de estilo, una comedia inteligente y lúcida, un divertimento que encierra una bomba de relojería.