Asesinato en el Orient Express. "Murder on the Orient Express" 1974, Sidney Lumet

"Asesinato en el Orient Express" reúne dos tendencias muy comunes dentro del cine de los años setenta. Por un lado, la vertiente retro que películas como "El gran Gatsby", "Luna de papel" o "El golpe" desarrollaron apelando a la nostalgia por el pasado. Y por otro lado, la reunión de actores de renombre en un mismo plantel que adornó, sobre todo, las producciones de género bélico y de catástrofes. En otro terreno, "Asesinato en el Orient Express" pertenece al tipo de películas denominadas whodunits, en cuyo argumento se plantea un misterio repleto de pistas que se resolverá al final, con todos los sospechosos presentes. En resumen, la clase de historias que hicieron célebre a Agatha Christie y que el cineasta Sidney Lumet llevó a la pantalla adaptando escrupulosamente una de sus más conocidas novelas.
El resultado es bastante más literario que cinematográfico. Ni siquiera el refinado diseño de producción puede evitar la sensación de estar contemplando una postal de colores desvaídos, que conserva cierto aroma antiguo ahogado por la naftalina. La película carece de la frescura de Hitchcock y de referentes como "Alarma en el expreso", adoptando una actitud acartonada, algo grotesca, debido a la caracterización de los personajes. El amplio reparto mezcla las viejas glorias (Bacall, Bergman, Widmark) con estrellas de la época (Finney, Bisset, York, Connery), formando una galería de criaturas extravagantes que encontraría hueco en una comedia absurda, pero que tiene difícil acomodo dentro de la rigidez y del cliché a los que recurre el film. 
Hay, por lo tanto, un desajuste en el tono del relato, demasiado ligero para ser tomado en serio y demasiado contenido para proporcionar diversión. La dirección de Lumet resulta bastante rutinaria, incluso precipitada (la ausencia de contraplanos en algunas secuencias es sangrante), lo que provoca un espectáculo desapasionado, un guiñol vociferante y hueco. Da la impresión de que Lumet relegase sus labores de planificación y puesta en escena por un exceso de confianza en el texto original. El director trata de enmendarse durante la escena final del film, la de la resolución del crimen. Aquí es donde Lumet se comporta como el hombre de cine que es, para rematar su labor de forma honrosa pero tardía. El cadáver de la película para entonces ya está frío, y por muchas vitaminas que se le administren en el clímax, la reanimación es imposible.
En definitiva, "Asesinato en el Orient Express" es un intento fallido de hacer buen cine con la literatura de Christie, que desaprovecha el relumbrón de su elenco de actores y pone en evidencia la irregularidad de un director, Sidney Lumet, capaz de coronar las más altas cimas ("Doce hombres sin piedad", "Punto límite", "Network") y de hundirse en valles como el que representa este film. A pesar de todo, merece la pena recordar sus aciertos: