Amanda. "Carefree" 1938, Mark Sandrich

A partir de la década de los 20, el cine comenzó a vivir una fiebre por el psicoanálisis que afectó a directores como Hitchcock, Lang o Buñuel. Las teorías de Freud y su interpretación de los sueños dieron coartada sobre todo a películas dramáticas y del género negro, pero hubo también argumentos menos graves que se vieron arrastrados por esta corriente, hasta el punto de alcanzar a una comedia musical de Fred Astaire y Ginger Rogers como "Amanda".
Se trata de la última ocasión en la que Mark Sandrich dirigió a la pareja de bailarines después de inolvidables filmes como "La viuda alegre", "Sombrero de copa" o "Ritmo loco". Dentro de esta serie de aciertos, el lugar que ocupa "Amanda" es el de una joya oculta tal vez por lo extravagante de su trama.
Astaire interpreta el papel de un psicólogo con zapatos de claqué que es capaz de recurrir a la hipnosis para conseguir el amor de una de sus pacientes. Vista hoy, la película no tiene desperdicio: los escasos números musicales, con composiciones de Irving Berlin, son tan brillantes como de costumbre (atención al ralentizado, toda una sorpresa), el guión resulta divertido y los dos actores demuestran su capacidad para la comedia, con mención especial para Ginger Rogers. Su personaje da título al film y aguanta con soltura el peso de la mayoría de las situaciones, convirtiendo a "Amanda" en un eficaz entretenimiento que, si bien no alcanza el brillo de los anteriores éxitos de la pareja, garantiza ochenta minutos de espectáculo sin pausa y sin haber acusado el tiránico deterioro del tiempo.
A continuación, un método infalible para convencer a chicas que se resisten a compartir un baile: el hipnotismo, a cargo del doctor Astaire. Tomen nota: