Gente en domingo. "Menschen am sonntag" 1930, Robert Siodmak y Edgard G. Ulmer

Antes de que eclosionase el huevo de la serpiente del nazismo, Berlín era una de las principales capitales culturales en Europa. Un privilegio obtenido gracias a artistas de todos los ámbitos como Max Reinhardt, Bertolt Brecht, Kurt Weill, George Grosz... y un nutrido grupo de cineastas (Lang, Murnau, Pabst) que durante los años veinte del pasado siglo exploraron las vanguardias y el expresionismo. Entre ellos, Walter Ruttmann consiguió trasladar a la pantalla toda la efervescencia de la urbe en Berlín, sinfonía de una ciudad, película de referencia para cineastas venideros.
Por aquel entonces, las calles de la capital germana eran frecuentadas por jóvenes inquietos como Robert Siodmak, Fred Zinnemann, Billy Wilder o Edgard G. Ulmer, cinéfilos que buscaban la oportunidad de hacer su primera película inspirados por el film de Ruttmann, el realismo poético francés y la vanguardia soviética. Fruto de todo ello surgió Gente en domingo, una película de autoría compartida rodada de forma amateur, con una cámara prestada, actores no profesionales y un guión escrito en servilletas de papel. Vista hoy, la película mantiene fresca su vocación innovadora y su enorme valor documental.
El punto de partida es sencillo: después de una semana de rutina laboral en la gran ciudad, dos parejas se reúnen para pasar el domingo en el campo. Acaban de conocerse y la naturaleza es el escenario perfecto para camuflar inseguridades y desatar pasiones, para mostrar cómo son y cómo les gustaría ser. Las situaciones cotidianas que transcurren en la pantalla son en realidad el marco para mostrar una sociedad joven y despreocupada, que no podía sospechar la magnitud de lo que estaba a punto de suceder: la llegada al poder de Hitler y la implantación del Tercer Reich. De esta manera Siodmak, Ulmer y los demás debutantes construyeron sin proponérselo el relato de una realidad pre-bélica, ajena al horror que se estaba cocinando en las esferas del poder. Es por este motivo que Gente en domingo adquiere un importante valor testimonial, además del cinematográfico.
Los méritos fílmicos tampoco pueden obviarse. Sin llegar a la experimentación de autores de referencia como Vértov o Epstein, Gente en domingo contiene fogonazos de inspiración (la secuencia de los retratos callejeros es un buen ejemplo) producto de la inmadurez y la audacia. Se podría decir que la sensación de libertad que se respira en cada fotograma del film es el verdadero argumento. La narración fluye con ritmo a través de una planificación rica en tamaños y en ángulos de cámara, con un montaje dinámico que da cuenta del virtuosismo que alcanzó el cine antes de la incorporación del sonido. El director de fotografía Eugen Schüfftan era el único profesional del equipo, condición que aprovechó para sacar el máximo partido de la luz natural y conseguir una estética cercana al documental en muchas de las escenas del film, sobre todo al principio, cuando se presenta la ciudad de Berlín y los personajes. Por esta razón Gente en domingo ha sido considerada como un anticipo de la nouvelle vague, además de por su apariencia de improvisación y su espíritu fresco y contestatario.
Pero las buenas historias no siempre tienen un final feliz. Una vez que Gente en domingo estuvo terminada, después de muchos fines de semana de rodaje y habiéndose hecho realidad el sueño de sus creadores de presentar la película a estreno, se encontraron con la aparición del cine sonoro. La magia de El ángel azul desbordaba las pantallas rindiendo al público alemán a la fascinación del nuevo invento, y dejando inmediatamente obsoleta la opera prima de Siodmak, Ulmer, Zinnemann y Wilder. Un golpe que trataron de aminorar introduciendo algunas frases de diálogo y efectos de sonido, aunque ya era tarde. La película no podía ocultar su naturaleza de cine mudo, a pesar de lo cual contó con suficiente repercusión como para impulsar las carreras de sus autores, que pronto habrían de exiliarse huyendo de la barbarie nazi. Las escasas copias que pervivieron de Gente en domingo se dispersaron con diferentes metrajes hasta completar la versión que hoy conocemos, un prodigio cinematográfico de gran belleza, lirismo y humor que demuestra que antes de que Alemania se transformase en uno de los escenarios más terribles del siglo XX, era un país donde la gente convivía, se enamoraba y esperaba con ilusión la llegada del domingo después de una larga semana de trabajo.
A continuación, la película. (No se olviden de activar la opción de subtítulos). Que la disfruten: