Star Wars: El despertar de la fuerza. "Star Wars episode VII: The force awakens", 2015. J.J. Abrams

Para entender la magnitud del fenómeno Star Wars hay que trascender los márgenes del cine, mirar con perspectiva. Y hacer un poco de memoria. La generación de niños que asistió al nacimiento de la saga tiene hoy entre treinta y cinco y cincuenta años, un margen de edad por lo habitual con la economía saneada, que combate el estigma de la madurez con las armas de la sociedad de consumo. Así, durante los últimos años ha habido un resurgir de la nostalgia que se manifiesta en la recuperación de modas, músicas y películas icónicas de la década de los ochenta. Poltergeist, Mad Max, Pesadilla en Elm Street, Robocop, Cazafantasmas... vuelven a la cartelera apelando a la añoranza. La implantación de los términos remake, reboot, spin off, precuela o secuela, son en realidad la constatación de que Hollywood no quiere o no consigue crear nuevos fenómenos. El motivo se debe a un público mayoritariamente conservador que insiste en consumir una y otra vez los mismos productos, por pereza intelectual y para perpetuar la ilusión de la infancia.
Estos ingredientes han sido digeridos por la compañía Disney, propietaria de la franquicia Star Wars desde el año 2012 y experta en grandes campañas de promoción. El estudio ha atendido las demandas de una legión de admiradores decepcionados por la deriva en la que George Lucas había encaminado la saga, lejos de su espíritu original. El encargado de cicatrizar las heridas abiertas es J.J. Abrams, director crecido bajo la influencia de Amblin, con experiencia en reflotar epopeyas galácticas como Star Trek. También se ha contratado a uno de los guionistas involucrados en los episodios IV y V de Star Wars, Lawrence Kasdan. La incorporación de estos dos nombres deja clara las intenciones de Disney: reverdecer los viejos laureles y dar protagonismo a los cineastas, más que a los inversores. Treinta y tres años después de El retorno del Jedi se estrena el siguiente episodio en continuidad narrativa, El despertar de la fuerza, mientras millones de seguidores se muerden las uñas deseando olvidar los últimos tropiezos. A partir de aquí, la película ofrece todo lo que promete.
Los esfuerzos de la producción se han volcado en recrear la línea estética de las primeras películas de Star Wars, seña de identidad de la serie. El despertar de la fuerza recupera así el encanto de las imágenes motrices, ese retro-futurismo que mezcla innovación y diseño añejo, tecnología y primitivismo. Tanto los decoradores como los encargados del vestuario han respetado el concepto ideado en su día por Lucas y ahora perpetuado con vocación intemporal. La película está llena de efectos especiales, pero sin llegar a sepultar la trama. Se ha mantenido la correlación entre la ficción y el espectáculo, entre el conflicto que mueve a los personajes y la cacharrería digital. No en vano, la saga de Star Wars está considerada como una ópera galáctica al ritmo de la batuta de John Williams, quien vuelve a estremecer los oídos de la platea con melodías que forman parte del imaginario popular.
Si los ojos de los fans se sienten reconfortados al reconocer la iconografía familiar de El despertar de la fuerza, lo mismo sucede con el contenido. La película sigue a pie juntillas el argumento de Una nueva esperanza, el episodio IV con el que se inició la saga, adaptándolo a los tiempos actuales (protagonista femenina, antagonista con trasfondo, variedad étnica). Con esta primera parte de la nueva trilogía, Abrams no busca transformar la idea original sino renovarla, hacer un guiño de complicidad a los espectadores veteranos y saludar a los que se incorporan al universo de Star Wars. De esta manera, la película exhibe una vocación de experiencia compartida, de intercambio generacional que se materializa desde el mismo elenco. El despertar de la fuerza recupera los rostros de Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill, y añade los de Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac y Adam Driver. Un buen plantel que conjuga veteranía y juventud de forma compacta y coherente con lo que se está contando, que es ni más ni menos que un cuento. Emocionante, divertido, trágico, vibrante... pero siempre un cuento en el sentido clásico del término.
El despertar de la fuerza no solo es un ejemplo perfecto de cine de acción y aventuras, sino que además ilustra como ningún otro film de Star Wars el carácter de la serie y su capacidad para conectar con el público de todas las edades. Porque sabe situarse entre dos épocas y reconciliar al padre (Una nueva esperanza) con el hijo, porque es un derroche de ciencia ficción que dignifica el género, y porque una vez que se ha cerrado el círculo argumental deja todas las propuestas abiertas. En este sentido, J.J. Abrams filma un ajuste de cuentas con el pasado, deja los contadores a cero y abre vías que permiten soñar con prometedoras continuaciones. En definitiva, El despertar de la fuerza defraudará a quien espere una revolución del concepto, y satisfará a casi todos los demás. Sobra decir que los segundos son más numerosos.
A continuación, la música que John Williams ha compuesto para el personaje de Rey dentro de la banda sonora de la película. Una vez más, el viejo maestro vuelve a crear melodías que definen el carácter de los protagonistas, verdaderas radiografías musicales. Relájense y disfruten: