Spotlight. 2015, Tomas McCarthy

El cineasta Tomas McCarthy se reveló en la década del dos mil como un autor a tener en cuenta dentro del panorama independiente. Los motivos fueron Vías cruzadas y The visitor, películas que mostraron su interés por los temas de calado intimista y humano. Con el cambio de decenio, McCarthy fue optando a presupuestos más altos y a la redefinición de un estilo que trajo más confusión que buenas ideas (Win win, Con la magia en los zapatos). Se trataba de encontrar un proyecto a la medida de su talento, un film de la envergadura de Spotlight.
Acompañada con la temible etiqueta de "basada en hechos reales", la película recupera la realidad y el compromiso que impregnaron el cine de los años setenta, aquellos films que tuvieron la valentía de abordar argumentos espinosos y hacerlos accesibles al gran público (Cowboy de medianocheNetwork, Taxi driver, Todos los hombres del presidente...) Sin llegar a alcanzar el mismo nivel contestatario, Spotlight tiene la virtud de afrontar el drama de los abusos a menores por parte de la iglesia sin revolcarse en el lodo de la gratuidad ni el sensacionalismo. Al contrario, McCarthy sabe ser frío cuando conviene y ardiente cuando es necesario, sin que la película pierda de vista su objetivo de denunciar entreteniendo.
Este comedimiento se traslada también al estilo visual de la película, de una pulcritud ajena a efectismos y maniobras de distracción. McCarthy sabe que lo importante de Spotlight es el relato de los hechos, y que cualquier truco formal o narrativo puede distraer al espectador de cuanto sucede en la pantalla. Por eso no hay complejos movimientos de cámara ni montajes alambicados, y los escasos momentos en los que se altera la narración lineal (como la escena del villancico del tercer acto) están plenamente justificados. Aunque los diálogos conforman la mayoría de las secuencias del film, son narrados con garra y viveza, repartiendo el peso dramático en el guión y en los actores.
El texto firmado por Josh Singer y el propio McCarthy cumple una doble finalidad: por un lado, destapar las artimañas de la iglesia para ocultar sus pecados más terrenales, y por otro, hacer un alegato del periodismo de investigación. Un oficio devaluado en los últimos tiempos que el director defiende con firmeza, no en vano los héroes de Spotlight son reporteros que anteponen la integridad laboral a su vida personal. La crítica y la alabanza están bien equilibradas en el guión sin que una se supedite a la otra, permitiendo que la trama se siga con emoción e interés.
El reparto de Spotlight está integrado por un buen número de actores entre los que se encuentran Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams y Liev Schreiber. Un plantel ecléctico con experiencia en el cine y en la televisión, que aporta credibilidad a la galería de personajes que contiene el film. El hecho de que el protagonismo está bien repartido ayuda a que público sea libre de elegir con quien identificarse, abriendo el abanico de potenciales espectadores. Este concepto de lo coral evita también los personalismos y hace que las ideas que plantea el film ganen fuerza y se conviertan en un combate de símbolos: la verdad contra la mentira, la humildad contra el poder, la razón contra la credulidad.
En definitiva, Spotlight es uno de los retratos más convincentes que se han hecho sobre el periodismo en el cine y supone un salto cualitativo en la carrera de Thomas McCarthy. Un director que se ha atrevido a levantar la alfombra del estado del bienestar para enseñar la basura que se esconde debajo, y cuya pestilencia llega también hasta nuestras narices. Ojalá cunda su ejemplo y las pantallas vuelvan a incomodarse como lo hacían cuarenta años atrás, cuando se estrenaban para el gran público películas cargadas de calidad y de veneno como Spotlight.
A continuación, una de las composiciones de Howard Shore para la banda sonora de la película. Música que transmite intimidad y dramatismo, sin cargar las tintas en ninguno de los dos aspectos y que tiene en el piano su instrumento solista. Relájense y disfruten: