45 años. "45 years" 2015, Andrew Haigh

No es habitual que un director de apenas cuarenta años realice su tercera película en torno a un matrimonio de ancianos, y menos con la madurez que emplea Andrew Haigh en este film. Partiendo de un relato de David Constantine, 45 años explora las tormentas que se ciernen sobre una pareja durante la semana en la que celebra su aniversario.
Aunque la película trata cuestiones graves como la dependencia emocional, la relación de pareja o la persistencia de la memoria, aparecen expuestas con naturalidad y respeto, casi con pudor. Haigh aleja la película del melodrama o del folletín y opta por una narración fría, que guarda siempre distancia con los personajes. El motivo es no interferir en sus emociones y dejar que sea el espectador el que juzgue las actitudes y comportamientos de Kate y Geoff, el matrimonio protagonista.
Buena parte de la melancolía que desprende 45 años se debe al trabajo de Charlotte Rampling y Tom Courtenay. Los veteranos actores consiguen insuflar humanidad a unos personajes que ocultan más que muestran, y que callan más que hablan. Por encima del esfuerzo físico que pueda suponer para estos dos septuagenarios, está el compromiso y el oficio que despliegan con los mínimos recursos interpretativos: apenas un gesto o una mirada bastan para sugerir el abismo al que se asoman desde la pantalla.
Otro aspecto importante del film concierne al estilo visual, acorde con el relato. El director de fotografía Lol Crawley captura la luz fría y neblinosa del este de Inglaterra, acentuando la sensación de aislamiento de los personajes. El entorno rural tiene mayor presencia que el urbano, lo que influye en la elección de los encuadres: más abiertos y descriptivos los primeros, y más cerrados y narrativos los segundos. Haigh reserva los espacios interiores para la intimidad, sin llegar a abusar nunca de los primeros planos y otorgando a la casa una función que trasciende la del mero escenario. El hogar del matrimonio es el campo de batalla silencioso donde se afianza y se destruye la relación según las circunstancias de la trama, con rincones en los que descubrir secretos, lugares comunes y privados.
Por todas estas razones, 45 años es un film que mide con cuidado la tensión dramática y que sujeta las emociones con un muro de contención invisible, levantado por el director y los actores con inteligencia, austeridad y talento. En definitiva, una pequeña joya que merece la pena descubrir.