Mañana lloraré. "I'll cry tomorrow" 1955, Daniel Mann

Daniel Mann inició su carrera en los años cincuenta dirigiendo dramas de origen teatral y literario, entre los que se encuentra Mañana lloraré. A partir de la autobiografía homónima de la actriz y cantante Lillian Roth, Mann retoma el tema del alcoholismo que ya había abordado en Vuelve, pequeña Sheba, su film de debut. Aunque en realidad, la película habla de muchas otras cosas.
Mañana lloraré expone el mito de la madre dominante que es capaz de proyectar en su hija las frustraciones propias, algo que el argumento no explica demasiado bien. Tampoco se cuenta con detalle el complejo de Electra que afecta a la protagonista, arrojándola a los brazos de cuantos hombres se cruzan en su camino. Suma y sigue: Roth es una artista sensible, y como tal vive insatisfecha con su arte... otro aspecto del personaje carente de profundidad en la trama. En definitiva, que Mañana lloraré es una película que contiene materia prima para construir un melodrama de altura, lo que no llega a cumplirse a causa de un guión torpe, una dirección poco inspirada y unas interpretaciones que no logran el tono adecuado. Y eso que la protagonista es ni más ni menos que Susan Hayward, una de las reinas del género. La actriz ya había encarnado antes el papel de alcohólica en Una mujer destruida, pero Mann no consigue en esta ocasión contener sus excesos y en las escenas de mayor intensidad Hayward se muestra artificial y cargada de tics. Algo parecido puede decirse de sus compañeros de reparto, una galería de actores integrada por Richard Conte, Eddie Albert o Don Taylor, entre otros. Sin duda la que sale mejor parada es Jo Van Fleet en el personaje de la madre, más ajustada y creíble que los demás.
Teniendo en cuenta que Mañana lloraré se sustenta en gran parte sobre la labor interpretativa y los diálogos, la película no alcanza los méritos de otros títulos como Días si huella, The small back room o El trompetista, en los que el abuso del alcohol cumple una función importante. El motivo es que Daniel Mann hace más hincapié en las acciones que en la psicología de los personajes. El público compadece a Lillian Roth y presencia sus desdichas, pero dificilmente llega a comprenderlas. Es por esto que el drama queda mitigado por una funcionalidad mecánica y carente de alma, algo imperdonable en una película que pretende emocionar y que convierte su título en una premonición para el espectador.
A continuación, un breve recorrido por la relación entre el alcohol y el cine, cortesía del programa de televisión Días de Cine. No están todas las películas que son, pero son todas las que están. Que lo disfruten. Salud: