Habemus Papam. 2011, Nanni Moretti

A lo largo de su filmografía, Nanni Moretti ha sabido universalizar sus inquietudes personales y ofrecerlas al público en forma de fábula. Pero pocas veces como en Habemus Papam el cineasta se ha apartado tanto de su realidad cercana, y ha trasladado la acción a las altas esferas de la jerarquía católica. La película se inicia con el funeral del obispo de Roma y el posterior cónclave para elegir al sucesor. Tras muchas deliberaciones, la responsabilidad recae sobre el cardenal Melville, quien se muestra incapacitado para asumir el cargo. Tras este original planteamiento, lo que sigue es una alegoría sobre la libertad y la capacidad de decir "No".
A través de la ironía y la reflexión, Moretti va desgranado la historia e introduciendo multitud de personajes. De hecho, éste es el principal reto que plantea el film: equilibrar el reparto coral y evitar la dispersión a la que Habemus Papam podía abocarse. Algo que Moretti sabe evitar gracias a un guión consistente y a la implicación de los actores, todos ellos respaldando el protagonismo de Michel Piccoli. El veterano actor traslada la incertidumbre del personaje por medio de la mirada, y convierte en reales la vulnerabilidad y el temor que mueven sus actos. Como es costumbre, Moretti también se suma al largo elenco internacional, donde puede encontrarse el rostro de Margherita Buy, una de las actrices preferidas del director.
El cineasta italiano recurre al clasicismo para conducir la trama y fijar el tono de comedia melancólica que requiere el relato, lo que no debe confundirse con academicismo. Porque no hay frialdad en Habemus Papam, sino comprensión y grandes dosis de humanidad. La película, además, se ve beneficiada por el cuidado diseño de producción y por los medios técnicos, acordes a las necesidades narrativas.
En resumen, Habemus Papam es una de las películas más singulares de Nanni Moretti y de las más accesibles para el gran público, una parábola llena de humor que también ofrece un retrato certero sobre la vejez, sobre sus triunfos y sus renuncias. En manos de otro director, es probable que el film hubiese resultado más mordaz y satírico, pero la intención de Moretti no es cargar contra la iglesia (sin omitir la crítica), sino más bien cuestionar los dogmas y exponer la sensación emocionante y terrible de la libertad cuando no se espera.