Tarde para la ira. 2016, Raúl Arévalo

Uno de los argumentos recurrentes dentro del cine negro es el de una pareja de amantes que urde un crimen para acabar con el marido o la esposa de uno de ellos. Títulos como Perdición, El cartero siempre llama dos veces, Fuego en el cuerpo o El hombre que nunca estuvo allí han retomado la misma historia añadiendo sus propias derivadas, algo que también hace Raúl Arévalo en su primera película como director. O eso es lo que parece en un principio. El tándem formado por David Pulido y Arévalo consigue darle la vuelta a una trama lo suficientemente explotada, para elaborar un ejercicio de estilo con una fuerte identidad noir que, no obstante, logra conservar su denominación de origen española.
Tarde para la ira es una opera prima de inesperado vigor que posee la contundencia de las obras maduras. El texto contiene una galería de personajes de gesto adusto, diálogos concisos y acciones que siempre hacen avanzar la narración, sin distraerse en nada que no sea necesario. El relato es sencillo pero efectivo, juega con la sorpresa y conduce al espectador hasta un final de los que invitan a la reflexión. Todo ello contado con el ritmo preciso y los actores perfectos: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz y un buen número de secundarios, cada uno ajustado a su papel.
Arévalo se mueve como pez en el agua en los diferentes escenarios donde suceden los hechos, dotándolos de la atmósfera adecuada. Bares, apartamentos, entornos urbanos y naturales... son más que simples localizaciones y adoptan una entidad que se transfiere a los personajes y a la ficción. Esta es la esencia del género negro que captura Tarde para la ira y que se envuelve, además, con un empaque visual de los que definen carácter. La fotografía de Arnau Valls Colomer refleja inmediatez y verismo, con una exposición algo forzada que confiere a las imágenes el grano y la realidad de los films de los años setenta. Los nombres de Peckinpah y Friedkin sobrevuelan esta película que, en adelante, deberá ser tenida en cuenta como referencia, un film modélico donde todas las piezas encajan con admirable naturalidad.