Lady Bird. 2017, Greta Gerwig

Tal vez porque la adolescencia es una de las etapas más complicadas de la vida, resulta también difícil reflejarla en la ficción. Por eso la mayoría de las producciones convencionales suelen recurrir al tópico y a la banalización para tratar de abarcar unas señas de identidad que, por su propia naturaleza, son inabarcables. Este reto es asumido por toda clase de narradores con desigual fortuna, entre los que se cuenta Greta Gerwig, quien en su primera película en solitario ha sido capaz de dirigir un conciso retrato de la pubertad.
Lady Bird es una comedia de sabor agridulce, que logra provocar sonrisas sin eludir la reflexión y el sentimiento. El texto firmado por Gerwig adopta el tono adecuado para transmitir emociones, desarrollar un buen número de personajes y asomarse al universo femenino sin complejos ni maternalismos que edulcoren el resultado. La película presenta una variedad de mujeres creíbles, magníficamente interpretadas por Saoirse Ronan, Laurie Metcalf y un amplio reparto de actrices y actores elegidos con acierto. Las dos primeras dan vida a la protagonista adolescente y su madre, personajes compuestos con maestría y cuya relación vertebra un relato plagado de criaturas que, no por peculiares, dejan de ser realistas. Esta es una de las habilidades de la directora: saber proyectar una mirada atenta y curiosa sobre hechos que se consideran cotidianos, en un intento de plantear preguntas que estimulen al público en vez de ofrecer respuestas fáciles.
Con el mismo estilo sencillo y directo con el que Gerwig articula la narración, también diseña la puesta en escena y el aspecto visual de Lady Bird. Las imágenes de luces y colores naturalistas, los encuadres y las composiciones son siempre coherentes con lo que se cuenta, otorgando relevancia al desarrollo de los personajes y al trabajo de los actores. Por eso es fácil sentirse aludido por cuanto sucede en la pantalla, ya que la película habla de tú a tú al espectador, demostrando un humanismo sin concesiones a la galería. Bajo su apariencia fresca y desenfadada, Lady Bird es una joya escrita con meticulosidad, interpretada con inspiración y dirigida con pulso por Greta Gerwig, una autora que deberá ser tenida en cuenta en adelante.