Pasos en la niebla. "Footsteps in the fog" 1955, Arthur Lubin

Una de las escasas películas filmadas fuera de los Estados Unidos por Arthur Lubin, director que compaginó el cine con la televisión a lo largo de su dilatada carrera. Pasos en la niebla recrea el ambiente de intriga victoriana presente en títulos como Luz que agoniza y Atormentada, de hecho, es al autor de esta última a quien Lubin parece rendir tributo. La sombra de Hitchcock sobrevuela la extraña relación entre un viudo y su ama de llaves, unidos por un secreto que les conducirá irremediablemente a la fatalidad.
Tal y como manda el género, la película cuenta con inesperados giros de guión que mantienen el interés todo el tiempo, gracias en buena parte a la interpretación de la pareja protagonista. Stewart Granger y Jean Simmons logran dotar de humanidad a sus malévolos personajes, él desde la exuberancia gestual y ella desde la contención y el detalle, haciendo que el intercambio de roles entre oprimido y opresor resulte creíble y se convierta en el máximo aliciente del film. Pasos en la niebla contiene un fascinante discurso social que expone la situación de poder entre individuos de diferente clase y la autoridad que otorga la información, con un componente moral que proviene del relato de partida de W. W. Jacobs. Además, el guión pervierte el consabido cliché del drama romántico para cocinar un pastel relleno de veneno, sin los edulcorantes propios del género. El rencor y la ambición que mueven a los personajes no necesitan otra coartada que la conciencia de clase unida a los sentimientos, ya sean por defecto (por parte de él) como por exceso (por parte de ella). Granger y Simmons comparten una obsesión que se va agravando según avanza la trama y su vileza se vuelve cada vez más sofisticada.
El barroquismo argumental es atemperado por la dirección clásica y eficiente de Lubin. Su estilo no pretende añadir más leña al fuego que arde detrás de las imágenes y tiende a la discreción, con algunos aciertos formales que revalorizan el conjunto. La entrada del personaje de Granger a la casa tras el entierro, o el beso que comparte con Simmons al despojarla de las joyas son dos ejemplos de cómo acentuar el dramatismo mediante el montaje en el primer caso, y mediante la planificación en el segundo. Ambos momentos demuestran inteligencia en la puesta en escena. En resumen, Pasos en la niebla es un delicioso entretenimiento bien hecho y bien interpretado, al que tal vez le hubiera faltado un poco más de picardía y de imaginación para trascender por encima de otras películas de referencia.