Estudios sobre París es su segundo largometraje dentro de una trayectoria breve e imprecisa. André Sauvage es un autor que decide llevar sus inquietudes expresivas al cine, influido por las nuevas corrientes que se ponen en marcha en Europa a principios del siglo pasado. Su conocimiento de la imagen pictórica y fotográfica le proporciona herramientas suficientes para abordar un documental de estas características, pegado a la realidad pero con un punto de vista original, que denota una personalidad inquieta y creativa.
La película tiene la estructura de un recorrido a lo largo y ancho de la urbe, con paradas en algunas de las calles y barrios más representativos. Son 35 kilómetros de travesía por agua y por tierra, desde la llegada a París por vía fluvial hasta el deambular por el centro y vuelta al Sena, incluyendo vistas panorámicas en lo alto de algunas edificaciones. La variedad de ángulos y de tamaños de plano confiere al film un lenguaje vivo y muy dinámico, puesto que la cámara nunca deja de trasladarse mediante movimientos horizontales y verticales que definen las formas de cuanto hay alrededor. Son imágenes que huyen del álbum de postales y buscan atrapar el momento preciso, adquiriendo significado en el montaje. Hay belleza en los encuadres y en su articulación, pero también hay un retrato social que distingue a los parisinos acaudalados y los humildes, según el espacio urbano que ocupan.
Así, la perspectiva que aplica André Sauvage contiene múltiples dimensiones: la etnográfica, la artística, la geográfica, la histórica... y la poética, con escenas de gran fuerza plástica como el paso subterráneo del Sena iluminado por los tragaluces. De cuando en cuando, el director galo aúna recursos técnicos y estéticos para introducir elementos de irrealidad (movimientos invertidos, velocidad rápida y lenta) y metáforas visuales (el detalle de la mano que mece una venerable barba en la secuencia del Panteón). En ambos casos se trata de métodos para romper una contemplación pasiva que estimule al espectador y cambie su condición de turista en la butaca. Son destellos del cine que tenía dentro Sauvage y que pudo desarrollar tan poco, lo suficiente para que Estudios sobre París deba incluirse en cualquier selección de sinfonías urbanas. Es una de las más accesibles dentro del género y también de las más gozosas.