No es hasta 2018, diecisiete años después de la muerte de Kael, que Rob Garver escribe, dirige y monta este retrato íntimo que cuenta con abundante material de archivo proveniente de entrevistas televisivas, declaraciones, escritos... Kael logró ser una estrella de la profesión gracias a su tenacidad y carácter. Publicó doce libros e incontables reseñas de películas que, muchas veces, dependían de su juicio para triunfar o fracasar en pantalla. El documental Pauline Kael: El arte de la crítica se detiene en algunos de los cineastas que ella apoyó (Godard, De Palma, Altman) y en los títulos que detestó (2001, El exorcista, Shoah) con su particular prosa transparente, tratando de mantener el equilibrio entre los halagos y los reproches... si bien la balanza parece inclinarse hacia los segundos, ya que Kael se hizo famosa por sus comentarios ácidos y vehementes.
Para condimentar el discurso de la protagonista, Garver intercala en el montaje un torrente de fragmentos de films que obligan a estar muy pendiente por la cantidad de información que aportan. Además, hay testimonios de compañeros de Kael, familiares y miembros de la industria como Quentin Tarantino, Paul Schrader o David Lean, este último lamentándose del daño personal que le provocó Kael con su desprecio. Sí, desprecio. Y es que bajo un prisma psicológico, la película puede ser vista como una muestra de las inseguridades y complejos que aquejaban a Kael, los cuales combatía con la fiereza de su pluma. También es un ajuste de cuentas con la propaganda y la docilidad que practicaban sus camaradas varones, ante los que tuvo que abrirse paso con esfuerzo. Y es que el documental contiene una lectura feminista que resulta necesaria para entender al personaje, pero al mismo tiempo da la sensación de que sirve para justificarlo todo: los desplantes, las salidas de tono, la intransigencia... Pauline Kael interpretó magníficamente el papel de intelectual rebelde que se expresa sin pelos en la lengua, y obtuvo tanto éxito que debió seguir proyectando su aureola de justiciera del cine hasta convertirse casi en una caricatura. Hay muchas otras cosas que decir en su favor, y este documental las exhibe con cierta pleitesía. Una de ellas, tal vez la más importante, es que dotó de popularidad a la crítica y engordó las filas de lectores durante la segunda mitad del siglo XX, la época dorada de una disciplina hoy en pleno proceso de devaluación.