Sería muy difícil hacer una mala película con esta historia. La fuerza dramática de la situación que describe, lo extremo de los personajes, el juego de analogías y de metáforas como forma de crítica es de tal calado, que el reto del film era mantener las expectativas creadas desde el propio planteamiento de la trama. Expectativas que se ven cumplidas y superadas en un verdadero tour de force argumental que concluye con un desenlace sorprendente y fatalista. "Danzad, danzad malditos" es concisa y cruel, lo que la hace fascinante. Los actores se entregan con esfuerzo y la cámara de Sydney Pollack los retrata en su descenso a los infiernos de forma ágil, elegante y despiadada. Una obra difícil de olvidar, un ejercicio atrevido y desgarrador que ayudó a hacer el cine de aquella época diferente y apasionado.