Hay películas que, sin hacer demasiado ruido, consiguen provocar un eco que se perpetúa en la memoria del espectador tiempo después de haberlas visto. "The Visitor" es una de ellas. Un guión modélico con capacidad para denunciar aspectos incómodos de la realidad sin resultar panfletario, y unas interpretaciones solventes entre las que destaca la de Richard Jenkins, hacen de esta película una obra a tener en cuenta. El trabajo de Jenkins resulta conmovedor por su gestualidad precisa y su economía de medios. Su forma de mirar y de moverse, su manera de decir los diálogos son un ejemplo de contención y de talento aplicado a la interpretación. Por otro lado, las labores de Thomas McCarthy en el guión y la dirección no hacen sino confirmar las habilidades que, cuatro años atrás, ya revelara en "Vías Cruzadas". Esto es, un don para aprehender lo cotidiano y para presentar, de modo directo y sencillo, películas pequeñas en apariencia y grandes en objetivos. "The Visitor" es un relato que empieza como un cuento y termina como una crónica. Emocionante, incómoda y triste. Un espejo de nuestra sociedad y sus contradicciones. Una película necesaria.