Carancho. 2010, Pablo Trapero

No se hacen películas como "Carancho" todos los días."Carancho" comienza con sangre y termina con sangre, es un bautismo y un funeral, una catarsis, un viaje hemoglobínico hacia lo oscuro del alma humana. "Carancho" es un auténtico vía crucis en el que sus integrantes, una pareja de mártires abocados a la fatalidad, se purifican a través del dolor en una búsqueda constante de luz en medio de una noche eterna. "Carancho" es eso y mucho más. Es un retrato despiadado de una ciudad, Buenos Aires, y de una época, la actual. "Carancho" es el dibujo de sus glorias y de sus miserias, del oro que se esconde en el barro, "Carancho" es Ricardo Darín. Un actor prodigioso que lejos de acomodarse en papeles gratificantes y en éxitos fáciles, se pone a prueba en encarnaciones como ésta, directa, descarnada. Tan real como la de Martina Gusman, una mirada y unas maneras que para siempre serán la luz de "Carancho". Su luz difusa. Porque en "Carancho" no hay claros ni oscuros, no hay ángulos simples, hay distorsión, hay gris, hay términos medios y ambiguos como el parte de un seguro amañado. "Carancho" es el ejercicio de estilo de un director, Pablo Trapero, que había dado muestras de su capacidad para aprehender la realidad en films lúcidos como "Mundo grúa" y "Familia rodante". Trapero tensa esas costuras y las hace reventar en un alarde de tiempos lentos y rápidos, de ficción y de crónica, de drama y de thriller como es "Carancho". La sintaxis de sus imágenes apenas permite el aliento, los planos son cortos, cortísimos, y la profundidad de campo es una promesa negada en el desenfoque y en el tránsito de un tráfico que encierra a los personajes. Son planos que huelen y que sacuden y que salpican al espectador sangre, sudor y lágrimas, todos los fluidos que revisten a "Carancho" de una sustancia tan imposible como fascinante llamada Realidad. La verosimilitud y la emoción son una mezcla difícil que sólo los autores que se arriesgan pueden llegar a conjugar. ¿Cómo conseguir que el público participe de la pesadilla que "Carancho" propone? Obviando el cine. Eliminando el montaje y los trucos visuales, rodando planos secuencia larguísimos donde el desgarro se concentra en unos metros de película. Y buscando un buen material narrativo. Trapero elabora en "Carancho" un documental apresurado y enérgico sobre la desolación, capaz de agarrar de las tripas al público en la primera escena y de no soltarle hasta la última. Por eso, afortunadamente, no se hacen películas como "Carancho" todos los días. Desgraciadamente, tampoco.

A continuación, el cortometraje "Sobras", que Pablo Trapero realizó como parte de un proyecto conjunto sobre los Derechos Humanos, en el año 2008.