Las maniobras del amor. "Les grandes manoeuvres" 1955, René Clair

René Clair no fue sólo un gran director, fue un mago del relato. Su habilidad para construir personajes y desarrollar tramas se evidenció durante toda su carrera, incluso cuando se adentró en los resbaladizos terrenos del vodevil como en "Las maniobras del amor". Allí donde otros autores tropiezan, al no saber esquivar la sal gorda y el trazo grueso en el que tantas veces el género deriva, Clair extrae oro y realiza un ejercicio de sofisticación. Se trata de una comedia de altura que no elude la artificiosidad de su puesta en escena, y que sabe aprovechar el carácter teatral que la película muestra sin reparos, para mover a sus personajes como piezas sobre un tablero de juego. Todo en el guión destila ironía, un rasgo inequívoco de inteligencia, y exhibe las virtudes del maestro francés, a saber: diálogos cargados de humor, actores bien elegidos y bien dirigidos (Gérad Philipe y Michèle Morgan), un dominio del tiempo narrativo ágil y muy dinámico, acorde al relato, y todo bajo una puesta en escena elegante e inspirada. Un prodigio de escritura en el que cabe destacar el aspecto estético de las imágenes, con un exuberante uso del color que sostiene ese aire a estampa de época que tiene la película. Para sorpresa del espectador, Clair concluye su historia con un final agrio pero ejemplarizante. Esa es la maniobra del director: congelar la sonrisa del público justo en el momento final y demostrar que, tras la apariencia de cine ligero y evasivo, se encuentra la impronta de un verdadero humanista.
A continuación, una joya dadaísta filmada por René Clair en 1924, "Entreacto". Se trata de un ejercicio de vanguardia que supuso su debut como director de cine, provocando un gran revuelo en el París de la época debido a la audacia y a la libertad de sus planteamientos. Esto le hizo ganar notoriedad y el respeto de la capilla surrealista, algunos de cuyos integrantes habían participado en el proyecto. El guión había sido escrito junto al pintor Francis Picabia, y en sus imágenes podemos encontrar a grandes nombres como Man Ray o Marcel Duchamp, todo ello sobre una composición musical de Erik Satie. Una verdadera reunión de talentos comprimida en apenas 22 minutos. Sírvanse un buen vaso de absenta, y a disfrutar.