Las películas que reúnen a varios personajes en un mismo decorado favorecen las concentraciones de emoción, y si hay un buen director de por medio, el espectador participará de la trama adentrándose en ese extraño terreno donde el cine y el teatro se encuentran en la pantalla. “A propósito de Elly” contiene todos los elementos necesarios para un film de estas características: un guión perfectamente estructurado que va desarrollando sus premisas con una inteligente distribución de las informaciones y del tempo narrativo, unos actores soberbios que resuelven sus personajes con asombrosa naturalidad, y un director capaz de conjugar estas dos bazas y de potenciarlas desde una perspectiva que se corresponde siempre con la del público.
El argumento de “A propósito de Elly” se concentra en algo más de un fin de semana en el cual un grupo de amigos se reúnen en una casa donde sucede un misterioso incidente, la desaparición de una de las mujeres a orillas del mar embravecido. Esta circunstancia llena de recovecos y secretos es aprovechada por el Asghar Farhadi para dibujar un retrato coral capaz de trascender culturas y fronteras. El director y guionista iraní involucra al espectador en un torrente de emociones que se va bifurcando a medida que transcurre el metraje, sin apenas tregua hasta la llegada de los créditos finales. Que la película no caiga en excesos ni sufra el desgaste de su punto de partida es obra de la contención y del ajustado tono del relato, un eficaz juego de géneros entre el drama y el suspense. En definitiva, “A propósito de Elly” es un elaborado artefacto narrativo cuyos engranajes avanzan perfectamente engrasados por la emoción y el desconcierto. Un prodigio bien escrito, bien dirigido y bien interpretado que consigue esa rara alquimia entre realidad y cine.