Beau Geste. 1939, William A. Wellman

Director versátil y narrador incansable, William A. Wellman curtió su carrera en toda clase de géneros hasta auparse en el Olimpo de los clásicos. Películas como “El enemigo público” o “Cielo amarillo” mostraron su talla de productor meticuloso y realizador eficaz, en suma un cineasta capaz de abordar con éxito cualquier proyecto que contase con una historia vigorosa y unos personajes en la encrucijada, dos de sus señas de identidad. Wellman era un director de acción, en el sentido literal del término, actitud que corroboró en un buen número de films entre los que “Beau Geste” ocupa un lugar destacado.
A partir del original literario de Percival Christopher Wren, Wellman desarrolló uno de sus característicos relatos de camaradería y de espacios abiertos, ocasión aprovechada por el director para ejercitar su impecable sentido de la puesta en escena y sus dotes como narrador, intercalando drama y comedia, aventura y emoción en el mismo metraje.
La película arranca con el descubrimiento de un fuerte militar en mitad del desierto, cuyo ejército ha sido asediado hasta la muerte. Wellman esparce en esta primera escena los hilos de los que luego irá tirando en el relato: los personajes que han conocido aquella tragedia y las circunstancias que los llevaron hasta las filas de la legión francesa. El primer acto del film muestra los antecedentes y presenta a los personajes, un plantel en el que Gary Cooper aporta su carisma de estrella y Ray Milland su talento como actor.
En el segundo acto se introduce el elemento bélico, al tiempo que los personajes van evolucionando mediante un doble juego de verdades y mentiras: uno de los tres hermanos protagonistas oculta el paradero de una valiosa joya, que es en realidad la excusa para sostener el argumento del honor y la lealtad, verdadero leit motiv del film.
El asedio al fuerte tiene lugar en el tercer acto, donde gana importancia el drama, con un trágico desenlace que brinda a Wellman momentos tan líricos como la muerte del tercer hermano, encarnado por Robert Preston. Al final se cierra el círculo y la trama regresa al inicio, atando los cabos sueltos y satisfaciendo las expectativas del espectador, que a estas alturas eran bastante altas.
Película de esmerada factura técnica y artística, “Beau Geste” se erige hoy como un monumento al cine de aventuras que Wellman ayudó a dignificar, gracias a la rotundidad de su oficio como narrador y a su ajustadísimo sentido del espectáculo, siempre a favor de la historia. Al igual que Ford, Hawks o Walsh, William A. Wellman supo ser trascendente sin parecerlo, dotando a sus películas de esa rara cualidad que conjuga diversión con solemnidad, ligereza con contenido.