El alucinante mundo de Norman. “ParaNorman” 2012, Chris Butler y Sam Fell

Resulta reconfortante comprobar cómo el desarrollo de las nuevas tecnologías (el 3D, los efectos por ordenador) no sólo no acaba con las antiguas fórmulas, sino que ayuda a revitalizarlas. Es el caso del stopmotion en la animación. “El alucinante mundo de Norman” es el penúltimo ejemplo de un cine que mira atrás tanto en la forma como en el contenido. Los directores Chris Butler y Sam Fell plantean un ejercicio de nostalgia ochentera, cargado de guiños a un público adulto que podrá compartir con sus hijos noventa minutos de humor y emociones sin sentir rubor alguno.
La película exhibe una firme voluntad de divertimento que huye de la trascendencia y la solemnidad que aquejan a una buena parte del cine juvenil actual. La inevitable moraleja aparece bastante contenida, y entre sus elaboradísimas imágenes se cuela la crítica a una clase media estadounidense que resuelve sus miedos a escopetazos y rechaza todo lo diferente. Lo revelador es que no hay gran diferencia entre los zombis que aterrorizan las calles y los vecinos que tratan de defenderlas.  
El alucinante mundo de Norman” encuentra en el diseño de los personajes y los decorados su principal seña de identidad, con un aspecto visual que conjuga perfección técnica con inspiración y frescura. Las referencias son múltiples y variopintas: desde James Whale hasta Spielberg, pasando por George A. Romero, John Carpenter o los ineludibles Tim Burton y Henry Selick, unos congregados bajo coartadas estéticas y otros argumentales.
En definitiva, se trata de un gozoso alegato en favor de la animación clásica, aquella que nunca deja de ser moderna, demostrando que hay vida en las pantallas más allá de Disney, Pixar o Dreamworks.