Al encuentro de Mr. Banks. "Saving Mr. Banks" 2013, John Lee Hancock

El cine tiene capacidad para fagocitarlo todo, incluso su propia historia. El rodaje de películas como "Intolerancia", "Ciudadano Kane", "Psicosis"o "La reina de África" ha servido, a su vez, como argumento para películas posteriores, completando un ejercicio de metacine cuyo ejemplo más reciente es "Al encuentro de Mr. Banks". Producida por Disney, el estudio recupera la gestación de su clásico "Mary Poppins" para diseñar un producto que cumple con su cometido: remover las emociones del público nostálgico. El resultado, aunque complaciente, tiene un poso de amargura que puede intimidar a los espectadores más jóvenes.
"Al encuentro de Mr. Banks" cuenta la tenaz lucha que libró durante catorce años el todopoderoso Walt Disney por hacerse con los derechos de la famosa niñera inglesa y el visto bueno de su autora, P.L. Travers. Como en toda producción de Disney, hay momentos para la comedia y para el drama, para el musical y para el retrato de personajes. Cada elemento está medido con pulcritud y detalle, tal vez en exceso. Se echa en falta algo de frescura, una corriente de aire que agite la rigidez que a veces atenaza a la película. Porque detrás de la impecable factura técnica y de lo esmerado de la ambientación, "Al encuentro de Mr. Banks" deja al descubierto su andamiaje narrativo de historias en paralelo que se buscan y se rebuscan, sin encontrase siempre.
Lo que el guión pretende trasladar es la incidencia de los acontecimientos pasados sobre el presente, el complejo de Electra y los temores larvados en el subconsciente de la escritora. En suma, una especie de guía rápida del psicoanálisis. Queda en evidencia el empeño del director, John Lee Hancock, por establecer una relación entre los numerosos flashbacks que interrumpen la acción y el presente, como si en estos subrayados desconfiase de la intuición del público. Las escenas que narran la complicada infancia de Travers unas veces conjugan bien con las de su etapa adulta y otras no, ofreciendo un resultado desigual y algo deslavazado.
La película gana interés cuando aborda el proceso creativo de "Mary Poppins" y se concentra en el carácter de los personajes. En este sentido, Emma Thompson y Tom Hanks son infalibles en los papeles protagonistas, sostienen la película y la rescatan de sus balbuceos dramáticos. Son dos grandes profesionales y aquí lo demuestran con creces. Otra cosa son los actores secundarios, que pueden estar bien, como Paul Giamatti, o mal, como Colin Farrell. Teniendo en cuenta la importancia de su papel en el desarrollo de la trama, "Al encuentro de Mr. Banks" se tambalea cuando Farrell trata de hacer creíble un personaje mal escrito y mal interpretado. Probablemente se deba a un error de casting o a una mala dirección de Hancock, en cualquier caso, la película se resiente en estas escenas y obliga a añorar en la pantalla los rostros de Thompson y de Hanks.
Se podría comparar "Al encuentro de Mr. Banks" con un traje bien diseñado pero al que se le notan las costuras, y que encuentra en la personalidad de sus dos protagonistas la percha ideal. Si bien no es la gran película que aspiraba a ser, puede verse con agrado y garantiza la complicidad de los espectadores que asocian a Mary Poppins con una parte de su infancia.