Cadillac Records. 2008, Darnell Martin

La prueba de que muchas veces no hay malas ideas, sino buenas ideas desaprovechadas está en Cadillac Records. Y también de que algunas películas son trajes demasiado grandes para directores con poca envergadura como Darnell Martin. El relato de la compañía discográfica Chess Records en el Chicago de los años cincuenta y sesenta daba para mucho más que un telefilm con ínfulas de drama musical como es el caso, a pesar de contar con material narrativo de peso.
El argumento contiene conflictos sentimentales, devenires artísticos y el retrato de una sociedad en pleno cambio. Líneas abocetadas por el director sin pulso firme y con más gesto que rigor. Es una lástima, porque Cadillac Records supone hasta la fecha el único acercamiento desde la ficción a gigantes del blues y del rock como Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Etta James o Chuck Berry. Figuras poliédricas que se presentan en el film con un esquematismo que bordea la caricatura, a pesar del esfuerzo de actores solventes como Adrien Brody o Jeffrey Wright. El director no sabe sacar partido del reparto ni de la historia que tiene entre manos, dejando en evidencia sus vicios adquiridos en la televisión con el abuso de los primeros planos y con una narración atropellada, que no deja que la película respire. Su escaso sentido de la elipsis tampoco ayuda a que Cadillac Records transcurra con la fluidez que precisa la acumulación de acontecimientos, por lo que el espectador debe abandonarse al placer musical y al desfile de grandes nombres de la época. Aquí es donde la película cobra interés.
Cadillac Records es, por lo tanto, una película para melómanos, un guiño de complicidad a los amantes de la música negra. Estos mismos lamentarán, por otro lado, que las voces originales hayan sido sustituidas por las de cantantes imitadores, un oprobio en el caso de la gran Etta James. La diva Beyoncé Knowles, quien interpreta a la matriarca del R&B, ejerce su influencia como productora ejecutiva del film. En otras manos más experimentadas, Cadillac Records hubiese podido capturar la efervescencia de uno de los momentos clave de la música del siglo XX, en lugar del torpe anecdotario en el que se convierte esta película cuyo placer va directo a los oídos. Habrá que esperar a mejor vez.
A continuación, la escena que recrea la primera grabación conjunta entre Muddy Waters y Little Walter en el estudio de Chess Records. Nombres de leyenda que ayudaron a expandir el hondo sonido del blues