Polar Express. 2004, Robert Zemeckis

Tras veinticinco años de carrera y un buen número de éxitos, Robert Zemeckis realiza su primera película de animación adaptando un cuento de Chris Van Allsburg. Las ilustraciones originales sirven como base para crear un suntuoso espectáculo que emplea la técnica de la captura de movimiento, desarrollada a principios de la década del 2000.
El reciente invento permite a Zemeckis dotar a los personajes de un hiperrealismo que a veces resulta grotesco, casi fantasmal. Es la copia casi exacta de la realidad, y en ese "casi" está el problema. Porque los personajes reproducen el gesto exacto del actor y sus movimientos, pero carecen de vida en la mirada, como los ojos de una criatura disecada. En ocasiones, demasiado realismo puede parecer irreal. Un simulacro.
¿Por qué sustituir entonces al actor de carne y hueso por su imagen animada? La respuesta es sencilla: rodar Polar Express con imagen real hubiese disparado los costes de producción. Y es que el pequeño cuento de apenas treinta páginas se convierte en una película de cien minutos a base de complejas escenas de acción y de una exhibición de cinética aplicada. Zemeckis recupera la energía de Regreso al futuro y ¿Quién engañó a Roger Rabbit? sin abandonar por ello la emotividad que requiere el relato. La historia narra el viaje en tren de un niño que comienza a poner en duda la magia de la navidad, un periplo que le llevará desde la misma puerta de su casa hasta la morada de Papá Noel en el Polo Norte. El revisor del tren y otros tres de los personajes han sido generados sobre la interpretación de Tom Hanks, actor con el que Zemeckis repite tras trabajar en Forrest Gump y Náufrago.
La película pone especial esmero en la recreación de los decorados y en el diseño artístico, de gran belleza visual. Una atmósfera realzada por la partitura de Alan Silvestri, fiel colaborador del director, que sabe trasladar todo el espíritu del cuento a la música y las canciones que suenan en el film. En suma, Polar Express supone un entrañable divertimento para grandes y pequeños, cuya tecnificada animación corre el peligro de quedar pronto obsoleta.