Paterson. 2016, Jim Jarmusch

El sol sale cada mañana y cada noche se pone. Esta frase, dicha por uno de los personajes de Paterson, es la premisa que sostiene el film. Jim Jarmusch vuelve a demostrar su habilidad para retratar el transcurso del tiempo y la observación de lo cotidiano, volviendo a referentes  tan importantes en su carrera como Ozu o Bresson. Pero Jarmusch siempre es Jarmusch, y con Paterson recupera además el espíritu primigenio de Extraños en el paraíso y Café y cigarrillos. Es decir: los diálogos aparentemente intrascendentes y la contemplación como motor del relato, una actitud que pretende capturar ese misterio que llamamos vida. Porque Paterson es una película sobre la vida, sobre lo que pasa cuando parece que no pasa nada y sobre la creación.
La pareja protagonista crea, cada uno a su manera. Paterson concilia la poesía con su oficio de conductor de autobuses, mientras que Laura vive entregada a encontrar su modo de expresión mediante la música, la pintura, la moda o la elaboración de cupcakes. Ambos se quieren y son felices con pequeñas cosas, no han tenido hijos pero comparten un perro llamado Marvin. La película decepcionará a quienes busquen giros inesperados de guión, trucos narrativos o clichés de género. Paterson avanza a lo largo de una semana en la que se reproducen las rutinas de los personajes con ligeras variaciones y milagros mundanos (la niña que escribe poemas, el turista japonés), y algunas extravagancias propias del director (la profusión de gemelos). Todo ello filmado con austeridad y el peculiar sentido del ritmo de Jarmusch.
Como es habitual, el cineasta mira con honestidad a sus criaturas y encaja sus cualidades con las de cada actor. Adam Driver y Golshifteh Farahani hacen mucho más que interpretar con convicción a Paterson y a Laura, se convierten en ellos, dotando a la ficción con el don de la realidad. Resulta entrañable asistir a sus despertares en la cama, a las conversaciones en el sofá o las cervezas en el bar de Doc. Son momentos llenos de verdad, pero no una verdad documental sino estilizada con exactitud y cuidado. Es por eso que Paterson es una de las películas más redondas de Jim Jarmusch, una obra de madurez que es capaz de reflejar el acto creativo sin ínfulas ni alardes. En suma, una pieza perfecta de orfebrería cinematográfica.
A continuación, un estupendo perfil del joven Jarmusch, cortesía de la asociación francesa Director's Cat. Relájense y disfruten: