Blade Runner 2049. 2017, Denis Villeneuve

Sobre el papel, la idea de hacer una continuación de Blade Runner parecía una locura, un proyecto abocado al fracaso. La película que Ridley Scott dirigió en 1982 ha alcanzado con el paso de los años la categoría de clásico contemporáneo, marcando el punto de madurez del género de la ciencia ficción. Su narrativa y estética siguen ejerciendo influencia todavía hoy, por eso la tarea encomendada a Denis Villeneuve contaba con todos los requisitos para formar parte de la Operación Nostalgia, consistente en aliviar las crisis de edad de los espectadores con "treintaymuchos" y "cincuentaytantos" años mediante el consumo de recuerdos prefabricados (léanse remakesreboots o derivados) y así sentirse jóvenes otra vez, al menos durante el tiempo que dura la película. De ahí las recuperaciones de Star Wars, Alien, los superhéroes de Marvel y DC, Stranger things, Cuentos asombrosos...
Pero Villeneuve no es un director que acate las servidumbres del mercado. La prueba es que Blade Runner 2049 tiene entidad propia, sin que esto signifique traicionar el espíritu del original. Al contrario, el cineasta canadiense realiza un sentido homenaje al film de Scott, recuperando algunos de los personajes (Deckard, Rachel, Gaff) y dando eco a la novela de partida de Philip K. Dick. La película no practica la mímesis ni opta por fórmulas fáciles, mantiene un tempo pausado durante sus ciento sesenta minutos de metraje y un discurso que, al igual que su antecesora, invita a la reflexión. A pesar de las semejanzas y las diferencias, conviene valorar los dos Blade Runner de forma independiente, ya que los autores y las épocas son distintas.
La primera conclusión tras ver Blade Runner 2049 es el acierto de haber situado a Villeneuve tras la cámara. Apenas un año después de La llegada, su primera incursión en el drama de ciencia ficción-trascendental, el cineasta logra imprimir su personalidad incluso en una producción de gran calibre como es Blade Runner 2049, con un elenco de rostros célebres y una legión de adeptos al film de Scott que no perdonan los sacrilegios. Villeneuve dosifica con inteligencia la acción y los diálogos, manteniendo la atención del público en todo momento y creando la atmósfera adecuada para cada escena. Su dominio de la puesta en escena brilla tanto en los grandes decorados como en los pequeños, siempre con la reveladora aportación en la fotografía de Roger Deakins. La riqueza plástica de las imágenes y la minuciosa iluminación son mucho más que un envoltorio estético, son la materialización de las ideas complejas que contiene el film. Hampton Fancher, quien ya participó en el texto del primer Blade Runner, escribe junto a Michael Green un guión que adopta tintes shakesperianos. La dimensión familiar en torno al protagonista encarnado por Ryan Gosling refuerza el conflicto de lo artificial y lo humano, sumado a los cuestionamientos del poder y a los peligros del desarrollo irresponsable y de la tecnologización de las relaciones personales.
Otro de los rasgos de carácter de Blade Runner 2049 es su banda sonora, compuesta por el tándem formado por Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch, cuyo trabajo contiene evocaciones a Vangelis mediante sonidos etéreos y ambientaciones de cuerda que cobran ritmo con las percusiones en las escenas de acción. La música, al igual que los demás elementos de la película, está medida para provocar una sensación inmediata en el espectador, es la víscera de una película muy cerebral y premeditadamente fría. Porque el futuro que presenta Villeneuve sigue siendo aséptico y deshumanizado, transmite una sensación gélida que traspasa la pantalla y define el tono del film. Esto afecta también a la interpretación de los actores. El personaje encarnado por Ryan Gosling se beneficia de la habitual parquedad expresiva del actor, muy bien acompañado por Robin Wright, Ana de Armas, Jared Leto y Sylvia Hoeks, entre otros. La aparición en el tercer acto de Harrison Ford, protagonista del primer Blade Runner, supone una inyección de emociones y tiende un puente directo entre ambas películas. Es entonces cuando el milagro se concreta, el pasado y el presente se fusionan y Blade Runner 2049 entra en un terreno que sobrepasa lo cinematográfico. Se trata de una obra trascendente, llamada a perdurar y que sitúa a Denis Villeneuve como uno de los autores más destacados de nuestros días. En definitiva, Cine con letras mayúsculas que merece ser observado, escrutado y, sobre todo, disfrutado.