El ruido y la furia. "The sound and the fury" 1959, Martin Ritt

Segunda adaptación a la pantalla de una obra de William Faulkner por parte de Martin Ritt, tras el éxito de El largo y cálido verano. Apenas un año después, el director se enfrenta a la complejidad de traducir en términos cinematográficos la novela El ruido y la furia, repitiendo con algunos de los que participaron en la anterior película: el productor Jerry Wald, el compositor Alex North, los directores artísticos Maurice Ransford y Lyle R. Wheeler, y la actriz Joanne Woodward. Todos ellos tienen gran responsabilidad en el resultado de este drama sureño y tremendo.
El guión desgrana los infortunios de la familia Compson, cuyos miembros cuentan con un amplio historial de desgracias: alcoholismo, discapacidad mental, sumisión, abandono, despotismo... cada personaje lleva su complejo a cuestas y lo carga contra los demás, en una enfermiza relación de odio y dependencia. Conviene advertir al espectador para que la acumulación de bilis no termine por saturarle, ya que El ruido y la furia corre el riesgo del exceso, siempre a punto de reportar una lágrima o un puñetazo. El imponente clasicismo de Ritt y su elegancia en la puesta en escena consiguen dar solidez a lo que, en otras manos, hubiese podido naufragar en lo grotesco o en el sentimentalismo.
Además de los aciertos como narrador, Ritt destaca en su faceta de director de actores: Yul Brynner, Margaret Leighton, Jack Warden y el resto del reparto componen magníficamente sus personajes, con una mención especial para Woodward en su tercera colaboración junto al director. La actriz resuelve con sensibilidad e inteligencia las dificultades que plantea su encarnación de Quentin, la joven díscola de la familia. Su naturalidad permite que el peso literario de Faulkner se aligere en la pantalla y que los diálogos suenen veraces, huyendo del artificio que suele provocar la reverencia a una obra original de estas características.
Uno de los principales aciertos de Ritt consiste en el retrato que hace de ese sur cargado de tradiciones donde todavía resuenan los ecos de la Gran Depresión (la película adelanta los hechos respecto a la novela), construyendo un escenario propicio para la fatalidad y las pasiones. El ruido y la furia está revestida de un ambiente decadente que Charles G. Clarke ilumina con belleza en formato cinemascope, aprovechando las localizaciones naturales y los decorados de estudio. En suma, se trata de una película que hará las delicias de los amantes del melodrama, y que demuestra las habilidades de Martin Ritt como cineasta y de Joanne Woodward como actriz irrepetible.
A continuación, el tema principal de la banda sonora compuesta por Alex North. Al igual que en otros títulos como Un tranvía llamado deseo o El largo y cálido verano, el músico estadounidense emplea las sonoridades del jazz no sólo para situar la época, sino como recurso expresivo que unas veces se presenta de manera sutil y otras dramática. Relájense y disfruten: