El fantasma del paraíso. "Phantom of the Paradise" 1974, Brian De Palma

En términos musicales, uno de los fenómenos más llamativos surgidos durante los años setenta fue el glam rock, aquella corriente que daba la misma importancia al sonido y a la estética, y que celebraba el barroquismo como una opción vital. El medio adecuado para que el joven director Brian De Palma pudiese canalizar algunas de sus obsesiones en torno al éxito y el fracaso, la integridad del artista y el ideal romántico del mito de Pigmalión. Pero además, en El fantasma del paraíso se congregan otras referencias como Fausto, El retrato de Dorian Grey y, claro está, El fantasma de la ópera. A lo largo de su carrera, De Palma siempre ha bebido de diversas fuentes, delimitando una fina línea entre lo propio y lo ajeno. Son tantas las influencias de sus películas que, muchas veces, la personalidad del autor queda desdibujada entre el homenaje sincero y la copia desvergonzada, no así en el caso de El fantasma del paraíso. Porque las alusiones son más bien intelectuales, de contenido literario, y menos cinematográficas (que también las hay).
De Palma supo impregnar su séptimo largometraje con la energía y la pulsión del momento, anticipándose un año antes a otra película de culto, The Rocky Horror Picture Show. Al igual que ésta, El fantasma del paraíso posee frescura, provocación, nostalgia, irreverencia... y otras cualidades menos favorecedoras, como son la ingenuidad, la pobreza de medios y la escasa calidad en los apartados técnico y artístico. Así que más allá del emblema contracultural y del espectáculo desenfadado, lo que subyace es una realización torpe y arbitraria, unos actores carentes de credibilidad, un guión de ritmo irregular, una trascendencia infantil... y unas canciones de dudoso gusto. Tratándose de un musical, esta última estocada resulta mortal, ya que las composiciones de Paul Williams tienen gran importancia en la trama. Salvo alguna excepción (Old souls), el grueso de las canciones acusa el paso del tiempo o se presenta como una caricatura de grupos del momento... y es que si algo define El fantasma del paraíso es su actitud desenfadada y su vocación contestataria. El problema es que toda la bilis que la película contiene en contra de los tejemanejes de la industria discográfica y del mundo del espectáculo carece del humor necesario para que la denuncia resulte efectiva. De Palma no es un director de comedia, así lo ha demostrado a lo largo de su dilata carrera. Y El fantasma del paraíso no resulta divertida más que para su entusiasta legión de admiradores, quienes aplauden los chistes de parvulario y los números musicales como si la película fuese otra cosa que un tosco ejercicio de iniciación. Brian De Palma todavía no había alcanzado el reconocimiento que apenas dos años después obtendrá con Carrie, y durante esta primera etapa todavía se encontraba a la búsqueda de un estilo y de una manera de hacer cine que iría definiendo en lo sucesivo. Así, la película conserva cierto encanto amateur, pero requiere de la predisposición del espectador para apreciar sus delirantes propuestas.
A continuación, un apasionado recorrido por la filmografía de Brian De Palma, cortesía de Romain Lehnhoff. Que lo disfruten: