El cine es un vehículo perfecto para acercarse a la historia y para conocer no sólo las grandes gestas, sino también esos otros acontecimientos en apariencia menos relevantes que ayudan a definir el pasado. A esta segunda categoría pertenece La profesora, una producción eslovaca que retrata el ambiente de opresión y vigilancia establecido bajo el régimen comunista en la tardía década de los ochenta.
La película refleja el intervencionismo del estado sobre las libertades individuales, la corrupción y el abuso de poder que se extendía de manera tentacular en torno a la población civil. Todo ello representado en la figura de una profesora que somete a su voluntad a alumnos y familiares, amparada por su posición en el partido.
La profesora comienza con el plano general del exterior de un colegio, en cuya fachada cuelga un cartel donde se lee la frase "Paz mundial". Pronto se descubrirá la paradoja de esta sentencia, pues el colegio y la profesora sirven como metáforas del estado y sus dirigentes. Por su parte, los alumnos simbolizan a la ciudadanía divida entre disidentes y afines. La lucha de los primeros por restablecer la razón y la justicia hace evolucionar la trama de manera no lineal, mediante narraciones paralelas, elipsis y saltos en el tiempo que hacen que el visionado de La profesora resulte muy estimulante. El director Jan Hrebejk vuelve a contar con su guionista habitual, Petr Jarchovský, para elaborar un drama de denuncia que contiene elementos de comedia y de tensión, gracias al sentido del ritmo que ambos imprimen desde la imagen y los diálogos.
Hrebejk emplea un lenguaje visual muy dinámico, que se desenvuelve bien en los espacios cerrados, con abundantes movimientos de cámara y una planificación rica en tamaños y ángulos. Son recursos de estilo para transmitir al espectador la sensación de incertidumbre y agresividad que requiere la historia, a lo que contribuye también el montaje. Para aliviar el oscurantismo que se critica en La profesora, Hrebejk se vale de una fotografía colorista y de una hermosa banda sonora que ofrecen el contraste necesario para que la película no acuse el exceso de severidad y sea accesible a un público amplio.
Pero si hay un nombre que incide en el resultado final de la película, es el de Zuzana Mauréry. La actriz protagonista llena de matices al personaje de la profesora y compone una interpretación compleja y veraz, que hace parecer fácil lo que en realidad es un ejercicio de virtuosismo. Mauréry está bien respaldada por sus compañeros de reparto, numerosos y de todas las edades, algunos profesionales y otros que debutan en este film. Todos ellos dibujan el paisaje humano de una película que tiene la virtud de trascender la anécdota, y de expandir los límites de un microcosmos hasta abarcar los miedos y las inseguridades de toda una nación.
A continuación, el tema principal de la banda sonora creada por Michal Novinski. Una delicia con arreglos de cuerda y piano que evoca sonoridades de la vieja Europa y de una infancia privada de candidez. Que la disfruten:
La película refleja el intervencionismo del estado sobre las libertades individuales, la corrupción y el abuso de poder que se extendía de manera tentacular en torno a la población civil. Todo ello representado en la figura de una profesora que somete a su voluntad a alumnos y familiares, amparada por su posición en el partido.
La profesora comienza con el plano general del exterior de un colegio, en cuya fachada cuelga un cartel donde se lee la frase "Paz mundial". Pronto se descubrirá la paradoja de esta sentencia, pues el colegio y la profesora sirven como metáforas del estado y sus dirigentes. Por su parte, los alumnos simbolizan a la ciudadanía divida entre disidentes y afines. La lucha de los primeros por restablecer la razón y la justicia hace evolucionar la trama de manera no lineal, mediante narraciones paralelas, elipsis y saltos en el tiempo que hacen que el visionado de La profesora resulte muy estimulante. El director Jan Hrebejk vuelve a contar con su guionista habitual, Petr Jarchovský, para elaborar un drama de denuncia que contiene elementos de comedia y de tensión, gracias al sentido del ritmo que ambos imprimen desde la imagen y los diálogos.
Hrebejk emplea un lenguaje visual muy dinámico, que se desenvuelve bien en los espacios cerrados, con abundantes movimientos de cámara y una planificación rica en tamaños y ángulos. Son recursos de estilo para transmitir al espectador la sensación de incertidumbre y agresividad que requiere la historia, a lo que contribuye también el montaje. Para aliviar el oscurantismo que se critica en La profesora, Hrebejk se vale de una fotografía colorista y de una hermosa banda sonora que ofrecen el contraste necesario para que la película no acuse el exceso de severidad y sea accesible a un público amplio.
Pero si hay un nombre que incide en el resultado final de la película, es el de Zuzana Mauréry. La actriz protagonista llena de matices al personaje de la profesora y compone una interpretación compleja y veraz, que hace parecer fácil lo que en realidad es un ejercicio de virtuosismo. Mauréry está bien respaldada por sus compañeros de reparto, numerosos y de todas las edades, algunos profesionales y otros que debutan en este film. Todos ellos dibujan el paisaje humano de una película que tiene la virtud de trascender la anécdota, y de expandir los límites de un microcosmos hasta abarcar los miedos y las inseguridades de toda una nación.
A continuación, el tema principal de la banda sonora creada por Michal Novinski. Una delicia con arreglos de cuerda y piano que evoca sonoridades de la vieja Europa y de una infancia privada de candidez. Que la disfruten: