No sé decir adiós. 2017, Lino Escalera

Tras haber adquirido experiencia como realizador de televisión, publicidad y cortometrajes, Lino Escalera debuta en el largometraje con un drama familiar de corte realista. No sé decir adiós parte de una situación difícil, la convivencia con la enfermedad dentro de la familia y la asimilación de una muerte anunciada. Un material sensible que Escalera desarrolla con serenidad y pulcritud, evitando el impacto emotivo y la lágrima fácil. Esta contención obedece al respeto que el director siente por los personajes, a pesar de las miserias que exhiben, y a la credibilidad de la historia, escrita por el propio Escalera en compañía de Pablo Remón.
No sé decir adiós es cine de personajes y, como tal, deposita gran parte de la responsabilidad en los actores. Nathalie Poza, Juan Diego y Lola Dueñas conforman el trío protagonista, intérpretes que imprimen todo su carácter en cada imagen del film y en cada frase de diálogo. Ellos conducen el argumento por caminos llenos de curvas y dificultades, hasta llegar a un destino consistente en sacudir al espectador con sus tormentas interiores. Pero Escalera sabe distinguir bien el drama del melodrama. El tono seco y tristón que transmite la película se ve aliviado, eventualmente, por destellos de humor negro que hacen más digerible el resultado, convirtiendo el sabor agrio en ácido sin caer nunca en la dulzura. De otro modo nos encontraríamos ante una película diferente, más amable y también más convencional.
El trabajo fotográfico de Santiago Racaj contribuye a definir el espíritu de la película mediante luces frías y colores apagados que se interrumpen, cuando lo requiere la trama, en estallidos cromáticos que fortalecen la relación entre los personajes del padre y la hija mayor. Son herramientas visuales que aportan una dimensión narrativa a No sé decir adiós, al igual que los abruptos cortes a negro que separan los distintos segmentos en los que se divide el relato. Esta fragmentación confiere al film un carácter impresionista, que retoma la acción en los momentos que Escalera considera esenciales y que no tienen por qué ser los más estéticos ni sensibles. Por razones así, No sé decir adiós es una de las operas primas más prometedoras del reciente cine español, gracias a la mirada personal que arroja Lino Escalera sobre unas criaturas dotadas de humanidad que son representadas por los actores con rigor y compromiso.
A continuación, una escena de la película que ilustra la sintonía que se establece entre los intérpretes, cada uno de ellos desde su propio registro y con una capacidad de llenar el encuadre de equilibrio y naturalidad. Los aspirantes a actores pueden tomar apuntes: