El primer hombre. "First man" 2018, Damian Chazelle

Tras el éxito obtenido con La La Land, el director Damian Chazelle recibe el encargo de llevar a la pantalla la novela escrita por James R. Hansen que narra el viaje a la luna realizado en 1969 por la tripulación del Apolo 11. Al contrario que otras gestas espaciales, El primer hombre carece de la épica y la propaganda habituales y adopta un tono contenido, que algunos acusan de frío y aséptico, pero que tiene plena coherencia con el carácter del protagonista. Tal y como refleja la película, Neil Armstrong tuvo que enfrentarse a una doble misión: una pública y profesional referida a la conquista del satélite por parte de la Nasa, y otra personal y privada, en la que el astronauta debió superar una tragedia familiar que sucede al principio del film. Ambas tareas rivalizan en complejidad y mezclan la intimidad con el acontecimiento histórico, el drama del recuerdo con el porvenir.
Chazelle consigue que estas dos líneas narrativas se entrelacen con naturalidad, sin olvidar los momentos de tensión en los que tienen gran importancia los efectos visuales y sonoros. La destreza técnica y el diseño de producción (en el cual Spielberg ejerce labores ejecutivas) dotan a El primer hombre de un impresionante realismo, gracias a herramientas propias del documental (la cámara en mano) o la profusión de detalles en la banda sonora, entre otros elementos. También la fotografía de Linus Sandgren contribuye a situar el relato dentro de una época determinada, mediante los colores y el granulado de la imagen, recursos expresivos que conviven con la música compuesta por Justin Hurwitz para generar emociones sin arrebatos, acorde al sentido de la medida que gobierna el cine de Chazelle.
Otro nombre que repite con el director es Ryan Gosling, perfecto en su recreación determinada y metódica del personaje de Armstrong. La actriz Claire Foy le da la réplica en compañía de un plantel de buenos intérpretes, con apenas algún rostro conocido pero todos ellos de sobrada solvencia. Son, en conjunto, el ingrediente humano de la película, lo que hace que El primer hombre trascienda la altura del hito y se sitúe en un lugar mucho más cercano: la piel del espectador.
El cuarto largometraje de Damien Chazelle supone un viraje en su carrera que, por primera vez, no tiene un argumento relacionado con la música. Sin embargo, se conservan sus temas recurrentes como son la integridad, la libertad personal frente al deber impuesto o el compromiso dentro de las relaciones sentimentales. Por todos estos motivos, El primer hombre es una película que demuestra la madurez y el eclecticismo de un director llamado a tener peso en el cine de los próximos años.
A continuación, una de las músicas compuestas por Hurwitz que definen el espíritu de la película con pocos instrumentos, belleza y precisión. Que la disfruten: