LAS GOLONDRINAS DE KABUL. "Les hirondelles de Kaboul" 2019, Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec

Siempre es importante elegir el formato y el estilo adecuado para contar una historia. En el caso de ciertas películas como Las golondrinas de Kabul, esta decisión cobra además un sentido especial porque resignifica la obra original en la que está basada, debido a la aparente disparidad de lenguajes. Por un lado está la tragedia cruda y documentada escrita por Yasmina Khadra en su novela homónima, y por otro lado el cine de animación, con su manera estilizada de representar la realidad. El reto de compaginar ambos mundos corresponde a las directoras Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec, quienes debutan con este largometraje ambientado en la capital de Afganistán destruida por la guerra y bajo el dominio del fundamentalismo religioso. Un escenario para el horror donde se acumulan las víctimas, en particular las mujeres, descritas en uno de los diálogos como "muertas en vida".

El aspecto visual de la película ejerce de contrapeso frente al espanto de los sucesos que se narran, a modo de antídoto que tiene buen cuidado de no diluir la fuerte carga de denuncia. Lejos de suavizar el conflicto, las directoras pretenden darle visibilidad empleando recursos estéticos que facilitan el acceso del público, al mismo tiempo que se evoca la poesía (mediante ciertos ralentizados en los movimientos) y el verismo (en el tratamiento sonoro). Sin truculencia pero tampoco sin omitir la crueldad de la guerra. Son impactantes, por ejemplo, las escenas subjetivas que muestran el punto de vista desde el interior del burka, o los entornos destruidos de la ciudad a la luz del sol implacable. Las imágenes poseen una gran plasticidad y un innegable atractivo en su sencillez y depuración de elementos, con una técnica que imita la acuarela y refleja el acabado artístico y el nivel de exigencia de la productora Les Armateurs. Cada imagen busca la expresividad simple y directa, a veces empleando símbolos como los que alude el título del film. Las golondrinas de Kabul es un alegato de la belleza contra la barbarie, elaborado con rabia pero también con sensibilidad. Una joya de la animación francesa que se alinea junto a otras películas reveladoras como Persépolis o El pan de la guerra.

A continuación, uno de los temas musicales que integran la banda sonora compuesta por Alexis Rault. En esta pieza, el autor identifica el instrumento de la trompeta con el personaje de Zunaira, estableciendo una asociación de conceptos entre el viento y la libertad, en medio de un conjunto en el que predomina el dramatismo de las cuerdas. Relájense y disfruten: