1997: RESCATE EN NUEVA YORK. "Escape from New York" 1981, John Carpenter

Los primeros años de Jonh Carpenter como director resultan muy provechosos: después de formular el canon del género slasher y de labrar su nombre como especialista en terror, realiza en la década de los 80 sus películas más ambiciosas. El título que permite que los grandes estudios se fijen en él para financiar sus futuros proyectos es 1997: Rescate en Nueva York, todavía producido con escasos medios, aunque supone un avance importante respecto a anteriores trabajos.

El argumento se sitúa en un futuro distópico en el que los criminales son relegados a la ciudad de Nueva York, convertida en una gran cárcel urbana flanqueada por un muro imposible de atravesar. Una facción rebelde al gobierno logra secuestrar al presidente de los EEUU y adentrarle en aquel peligroso confín, donde mandan internarse a un excombatiente a cambio de conmutar las penas que le acusan como criminal. El personaje está interpretado por Kurt Russell y posee un aura legendaria dentro y fuera de la pantalla, erigido en icono del cine de ciencia ficción con el nombre de Snake. Es el prototipo de tipo duro sin principios ni moral, la cara visible de un film que también ha adquirido la categoría de culto, debido a su carácter macarra y su falta de complejos.

Porque analizada con rigor y distancia, 1997: Rescate en Nueva York muestra carencias evidentes: el guion simplificado en exceso retoma situaciones aparecidas en películas de género bélico, los actores adoptan roles casi caricaturescos, la música compuesta por el propio Carpenter está desprovista de la fuerza necesaria, los efectos especiales son pura artesanía y adolecen de recursos suficientes... sin embargo, estas debilidades son el máximo atractivo del conjunto. Carpenter recrea el encanto de las revistas pulp de ciencia ficción y las películas de serie B que consiste en la ausencia de refinamiento y en la primacía del cómo sobre el qué. Para disfrutar plenamente de un producto así, conviene dejar la lógica aparte y abandonarse al entretenimiento genuino y despreocupado, si bien Carpenter aprovecha para filtrar ciertas críticas a la deriva conservadora y autoritaria de la nación (no por casualidad el guion fue escrito un lustro atrás, mientras Nixon abandonaba el poder asediado por el escándalo Watergate).

Junto a Russell se encuentran en el reparto ilustres veteranos como Lee Van Cleef, Ernest Borgnine y Donald Pleasence, además del músico reconvertido en actor Isaac Hayes, el siempre eficaz Harry Dean Stanton y Adrienne Barbeau, una de las reinas del género. Todos ellos contribuyen al aire desenfadado que luce 1997: Rescate en Nueva York, una película agraciada por la dirección de fotografía de Dean Cundey, quien por entonces trabaja con Carpenter en varios proyectos. Las imágenes nocturnas de iluminación contrastada y colores vivos revisten el film con una estética muy sugerente, en ocasiones cercana al cómic, lo cual encaja a la perfección con el espíritu irreverente y ligero al que aspira John Carpenter en este clásico de la época. Un título capaz de despertar la nostalgia de una generación que creció divirtiéndose y asustándose por igual con el cine del director norteamericano.